jueves, 25 de enero de 2007

Blue Bar

Ok, la historia es la siguiente. Hace ya dos años y medio. Estaba en Mallorca, trabajando. Viajar solo siempre me ha parecido interesante, se percibe mucho más el lugar y a la vez, es un buen momento para reflexionar: aeropuertos, aviones, carreteras, hoteles, restaurantes, paseos portuarios (si la ciudad tiene puerto, marítimo o fluvial, siempre acabo por ahí), música en el mp3...

Aquella vez no me alojé en Palma, sino que lo hice en Illetes, porque me comentaron que había un hotel estupendo a un buen precio. La pega era que estaba en Illetes, pero realmente me daba igual. Y el hotel valía la pena. Lo de los hoteles me suele resultar bastante indiferente, en tanto que no los uso más que para tirarme en la cama. Pero no está mal un buen hotel, de tanto en tanto. Y ese hotel, de nombre bastante cutre, Bonanza Playa estaba a ras de un pequeño acantilado, de modo que se entraba por la planta 4, y se iba bajando, hasta llegar a la planta 1 que daba a un pequeño trozo de playa. Llegué y en el hall había un tipo tocando el piano, como si de un clásico piano-bar se tratara, lo cual tiene su aquél. Lo mejor que pude disfrutar de ese hotel fue un desayuno opíparo, el típico desayuno continental de establecimientos para clientela británica o centroeuropea, incluyendo además a un tío que pasaba melones, piñas y sandías por la licuadora para ofrecer zumos naturales.

Yo no conocía la localidad, pero me pareció una de esas zonas anexas a Palma de Mallorca creadas y pensadas para el turismo, llenas de hoteles, restaurantes, tiendas multifunción, supermercado, souvenirs, quiosco, estanco y utensilios playeros, todo en uno, y también apartamentos. Pero era primeros de noviembre, con lo que la expresión “el lugar estaba muerto” se ajusta bastante. El turismo español era inexistente, y algunos turistas, ya dije, británicos o centroeuropeos, principalmente jubilados, pululaban por ahí.

Llegué una noche, después de trabajar, y tras pasar un ratito por la habitación, quise salir a cenar. Antes prefería salir a cenar, últimamente me da pereza y acabo engullendo algo en la propia habitación. Busqué algo cerca y me topé con un restaurante que tenía una zona de bar, con terraza, y unas mesas dentro. La idea de un entrecot a la plancha regado con cantidades ingentes de coca-cola me sedujo. Soy un gourmet, qué le voy a hacer. Llegué y la primera camarera que me atiende es una chica muy joven, cuatro o cinco años más joven que yo, y que apenas se desenvuelve en castellano (ni lo intenté en catalán)... no me hubiera importado pasar al inglés, simplemente no entendí qué me decía, y rápidamente llamó a un colega suyo, también un joven rubicundo británico, que como mínimo podía hacerse entender en castellano... y me sentí solo y extraño, ya ves tú, en aquél sitio, donde era un tipo raro por no dirigirme directamente en inglés.

Sentado en la mesa, oigo música. En el bar hay una de esas jukeboxes que intentan recuperar la estética de las originales de los 50’s. Suena Percy Sledge, “When a man loves a woman”, típico tema soul quemado de tantas escuchas a las que hemos sido expuestos en televisión, en cine o en spots publicitarios.

Toda la vida explicando qué pasa cuando un hombre ama a una mujer.

Lo curioso es que tras sonar una vez, vuelve a sonar una segunda. Y a esta segunda le siguen tres o cuatro repeticiones más. Y me doy cuenta que un tío, con pinta de ser extranjero (aunque allí, probablemente el extranjero era yo) la pone una y otra vez en la jukebox, mientras riega su gaznate con una copa tras otra, tantas como las veces que Percy dice eso de “when a man loves a woman”. Ya se me hace familiar la intro de órgano. El tío lleva una borrachera monumental y considero la opción de terminar mi brownie y pagar antes de que se ponga a llorar por su Sharon que le dejó, y a la que besó por primera vez bailando esa canción, o aún peor, que acabe su elegía musical al amor perdido, saque un revolver del bolsillo y reparta plomo entre los asistentes, dispare un penúltimo tiro a la jukebox y al espíritu del soul, y la última bala reparta su cerebro entre la barra y las botellas.

mp3 killed the jukebox star

Como recuerdo a esa experiencia grabé una serie de CD’s recopilatorios con el título Blue Bar, del cual estoy a punto de estrenar el volumen 4. Joder, más de dos años después.

Canciones:

Percy Sledge: “When a man loves a woman”
Beach Boys: “Don’t worry baby”
The Rolling Stones: “Slipping away”

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