lunes, 30 de noviembre de 2009

30

Pues sí. Cualquiera que haya ido leyendo estas líneas durante sus ya varios años (tal que tres, quizás más) de existencia, ya se habrá topado con la entradita de marras en 30 de noviembre, viendo cómo me han ido cayendo los 27, los 28, los 29, y finalmente hoy, los 30. De cómo iba amenazando esta fecha, este momento de llegar a la vejez, esta entrada en la senectud que ya ha llegado. Ya tengo 30 años (que se dice pronto).

Hoy he estado releyendo entradas antiguas de los distintos 30 de noviembre y parecía como si poco a poco una sombra se cernía sobre mi existencia, una tragedia definida por un fatídico número, el tres. Y ahora que ha llegado, pues pienso que tal vez no sea para tanto. Un poco como el "Chinese Democracy", tanto tiempo esperándolo y al final no fue para tanto. O quizás sí. Qué sé yo. Hoy una persona querida me ha dicho algo así como "ya verás como ahora te empezarán a caer y no te darás ni cuenta, hasta llegar a un punto en el que ya ni te importe, así que disfruta". Pues carpe diem, ¿no? ¿no era esa la moraleja?

Que nadie se piense que ahora me estoy haciendo el chulito. Que 30 años no es nada. Sí lo son, y no sólamente a nivel físico, que ahora las resacas me duran más, y me canso antes haciendo deporte, y tengo alguna cana, si me descuido me sale barriga y Jon Bon Jovi tiene la cara más lisa que yo. También a nivel mental. Y eso, precísamente eso, que era lo que más me aterraba, le he llegado a coger el puntillo. Será que la madurez mola, porque te la puedes ir saltando, esquivando y trampeando, pero cuando la necesitas, está ahí. Puede ser esta última frase una versión muy personal de aquella que reza eso de que "el que no se conforma es porque no quiere". Puede ser.

Este artefacto peligroso también cumple 30 años

Hoy me lo he tomado de fiesta, e intento hacer de este día algo especial, aunque otros muchos ya han hecho de este fin de semana algo especial, y el fin de semana que viene, continuamos. Para no perder la costumbre, he pinchado "I’m Eighteen" de Alice Cooper y "Cumpleaños Total" de Los Planetas una vez más, a pesar de que mis 18 quedan muy lejanos en el tiempo y Los Planetas ya hacía mucho tiempo que no los pinchaba.

Y lo más importante, he llegado a los 30 con pelo!!! Chúpate esa, Mendel!!!

PD: A partir de hoy, recupero el blog, que lo tenía algo abandonado.

Canciones:

Los Planetas: "Cumpleaños Total"
Alice Cooper: "I’m Eighteen"
Smashing Pumpkins: "1979"

miércoles, 11 de noviembre de 2009

El muro

Por si alguien no se había enterado, esta semana se ha conmemorado el 20 aniversario de la caída del muro de Berlín. Lo digo por si hay algún lector que conecta con NDK desde una isla desierta, una celda incomunicada en Alcatraz, o una cueva, o vive en un tonel aislado del mundo cuál Diógenes. Al margen del ataque de viejunismo feroz que me ha entrado, todo este asunto me ha recordado esa época, y lo que yo pensaba entonces. Ponganle una banda sonora de "Winds of Change", de los Scorpions. Por ejemplo.

En esa época entre 1989 y 1991 yo tenía 10-12 años. Y para ser un crío, y eso, claro, lo digo ahora, entonces lo hubiera negado, tenía una cierta conciencia de lo que ocurría. Lo del muro me queda más difuso en el tiempo, pero recuerdo perfectamente los hechos de la Plaza de Tiannanmen, y luego los tanques en Moscú en verano de 1991 y la disolución de la URSS. Recuerdo claramente también las independencias de Lituania, Estonia y Letonia, entre 1990 y 1991, y la ejecución pública de Ceaucescu en Rumanía, el día de navidad de 1989, que emitieron con todo lujo de detalles en TVE.

Claramente, algunos de los pilares establecidos de la sociedad mundial estaban cambiando, y eso me parecía excitante. De repente, las calles se llenaban de manifestantes que se llenaban la boca pidiendo libertad y luchando contra el poder establecido. En la tele, claro, en las calles de Barcelona todo parecía igual que siempre, y como mucho, la gente se manifestaba en la Font de Canaletes cuando el Barça ganaba algo, es decir, muy pocas veces, por aquél entonces. Pero volviendo al tema, en fin, me parecía algo muy interesante. Ciertamente creía que mi generación estaba llamada a cambiar el mundo (insisto que pese a tener sólo 11 años, yo ya me veía como un adolescente dispuesto a la lucha y la revolución). A hacer de él un lugar mejor. No sé si ponerle ahora un fondo musical de "Young Man's Blues" o directamente de "My Generation".

Evidentemente, no sabía nada de nada. Sólo me entraban impactos visuales vía Informe Semanal, y estas cosas. Si incluso la guerra de Croacia, la primera que se llevó a cabo en los Balcanes, me parecía una cosa muy molona, muy romántica, en el sentido literario del término. Un pueblo luchando por su independencia. Y en mi cabeza yo imaginaba a una especie de Rob Roy liderando la lucha de los oprimidos.

Y luego estaban los Scorpions, los putos Scorpions y su puto "Winds of Change", canción que me encantaba en aquella época, incluso había llegado a escuchar una horrorosa versión en castellano de la misma.

Ahora miro atrás y veo qué ingenuidad más brutal tenía. Haciendo una asociación rápida, mi vida estaba cambiando de la más tierna infancia a la adolescencia, y el mundo parecía querer cambiar como yo. Entonces, claro, no era capaz de entender ni de discernir que ni el mundo estaba cambiando como yo lo consideraba, más allá de ciertos actos casi folklóricos, ni seguramente yo era tan maduro como me quería considerar. Y definitivamente, no iba a formar parte de ese cambio. No me duraría mucho más allá de los 13 años esta vena proto-revolucionaria-pre-adolescente.Y sin embargo, por otra parte, no puedo sino pensar que en una época tan gris y cutre como la presente, aquella ilusión infantil que me entraba viendo a la gente en las calles harta de tiranías, cierta ilusión por un cambio, en pos de un mundo mejor, sin maniqueísmos ni intereses creados, sería bonito tenerla.

Y ahora, si me disculpáis, me voy a poner la cancioncita de los Scorpions.

miércoles, 4 de noviembre de 2009

Melbourne mon amour

Bueno, iba a subir un vídeo para demostrar que la teoría de los desagües girando al revés en Australia es falsa, pero cuando me he visto con el móvil apuntando al water, me he sentido demasiado ridículo como para seguir con ello. Así que lo tendréis que creer. O no.

Como quiera que en estos viajes de trabajo al final demasiado poco importa el lugar, no hay grandes aventuras que explicar. Al final, es hotel-lugar de trabajo-aeropuerto. Y eso es demasiado parecido en todo el mundo. Viva la globalización. Os tendréis que conformar con un "top 5" australiano. Con eso, y con saber que a vuestro amigo Kar todavía no le arrancado la mano un cocodrilo, ni le ha atacado un dingo, ni ha sido secuestrado por una tribu aborígen:

1.- Vanilla Coke... deliciosamente empalagosa variedad de la coca-cola que sólo he visto en Londres hace unos años, en Hawaii y, oh, sorpresa, también en Melbourne. Estoy pensando en comprarme unas cuantas botellas y embarcarlas en el avión.

2.- Ver a una maruja australiana comentándome que a ella le gustaban AC/DC con Bon Scott, pero que no soporta la manera de cantar de Brian Johnson. Lo peor fue tener que aguantar su imitación de Johnson.

3.- Encontrarme con una chica de Asturias, a la que llevo 3 días hablando en inglés, hasta que me ha dicho que es española.

4.- Seguir vivo... después de tratar de cruzar la calle mirando constantemente hacia el lado que no toca. Espero llegar al viernes.

5.- Los billetes australianos... parecen del monopoly y además están hechos de una suerte de plástico que permite que se mojen y no les pasa nada. Vamos, que si metes tus tejanos en la lavadora con un billete de 100 AUD en el bolsillo, no tienes por qué preocuparte. El billete aguanta. Si es que estos australianos están en todo.

Bueno, amiguitos, les dejo con sus doce de la mañana europeas, que me voy a empiltrar. Paz, amor y holocausto nuclear para todos.

lunes, 2 de noviembre de 2009

Australian comeback

De nuevo en Australia. Recuerdo que la otra vez que por aquí estuve, escribí una entrada en la que decía: "Las circunstancias del viaje, os las podéis imaginar, lamentables condiciones de trabajo que me impidieron disfrutar de mi experiencia australiana como debiera, lo cual, si lo pienso fríamente, y considerando que tal vez no vuelva a ese lugar jamás, quieras que no, jode." Como podéis observar, la clarividencia no es lo mío. No jueguen a los ciegos conmigo, amiguitos. En fin, la idea es hacer una serie de entradas estos días, y la de hoy es particularmente complicada, porque me muero de sueño. Sí, querid@s, el jet lag, expresión pija donde las haya, existe, y si uno vuela 10 husos horarios hacia el este es una verdadera putada. Lo cierto es que estoy haciendo tiempo para irme a dormir, porque si me voy ahora, me despertaré a las 3 de la madrugada y estaré hecho un zombie todo el día de mañana.

Por lo demás, todo sigue en su sitio: la primavera está a punto de acabar, siguen conduciendo por el lado contrario y los desagües, por más que lo digan los Simpsons, giran el agua en el mismo sentido que en casa, a no ser que hayan instalado un motor que haga girar el agua en el sentido "correcto".

Por lo demás, al menos hoy, no hay gran cosa que contar. Así que como yo me pasé la castanyada o noche de halloween en un puto avión, permitidme que lo celebre ni que sea un poco: