Yo, que soy un culo inquieto y bastante autocrítico, me tomo siempre este evento del cambio de año como una excusa para llevar adelante proyectos, más ambiciosos a veces, propósitos estúpidos a veces, como el de que a partir de ahora no quiero que la vagancia me impida hacer nada. Y considero que es necesario que una persona se plantee propósitos (los buenos propósitos esos tan sobados), y claro, que trate de cumplirlos.
Ok, sé perfectamente que lo del cambio de año es una tontería, de lo más circunstancial. Sé perfectamente que en realidad, mañana no habrá cambiado nada respecto a hoy. Y esa es la gracia... no habrá cambiado nada si no hago que cambie. Y no puedo evitarlo, conforme me voy acercando a las doce, va aumentando mi excitación, para estar en un estúpido estado de euforia a las doce y un minuto. Es un sentimiento muy instintivo, muy infantil, y me gusta, qué carajo. En fin de año, no en navidad, me siento con ganas de enviar esos sms tontos de "feliz año nuevo" y echo de menos a los amigos que quedaron atrás.
Y sobretodo, y aunque parezca una paradoja con respecto a lo escrito en los párrafos anteriores, no me gusta la nochevieja ni sus celebraciones... bueno, no me gusta a partir de las doce. Cuando tenía 16, 17, 18,19 o hasta 20 años, bueno, la nochevieja era un fiestón. Pero hace varios años que dejó de gustarme... gente por todas partes, aglomeraciones, esa obligatoriedad de pasárselo bien "porque es nochevieja", esa gente que de dice "feliz año" puesta de alcohol hasta las cejas, simplemente porque te cruzas con ella, las bragas rojas, los tipos con el traje de las bodas, ... Cualquier otra noche es mejor para salir. Y sin tanta tontería. En esta noche me gustaría, claro, tener una gran casa, reunir a todos mis amigos y hacer una fiesta en ella, como en "Los amigos de Peter". Mientras tanto, tras las uvas me dedicaré a plantearme que mañana comienzo con mis nuevos propósitos.
Y no quiero acabar sin desear que este nuevo año 2007 sea muy feliz para todos los que leáis estas líneas!!!!