miércoles, 30 de diciembre de 2009

Lisztomania

Este época es tiempo de listas, de lo mejor del año, y aprovechando, de la década. También NDK tendrá su lista, como cada año, referente a los mejores discos de 2009 y seguramente, en un alarde de originalidad, acabaré también reseñando lo mejor de la década esta innombrable (los 00's? los dosmil? alguien puede resolverme la duda?). El caso es que mientras que lo lógico, y lo que he ido haciendo los años anteriores, sería publicar esta lista hoy, tal vez mañana, en esta ocasión será diferente. No por nada en especial, simplemente que en los últimos días han caído en mis manos varias referencias de 2009 que todavía tengo que digerir, y alguna otra que deberé adquirir en breve. Pero vamos, que lista, acabará habiendo. Y unos que tienen números para aparecer en esta lista de NDK son los franceses Phoenix.

En estos momentos es cuando me viene a la cabeza esa entrada que mi admirado Aitor escribió hace unos días acerca de Oasis. Bueno, era curioso cómo iniciaba esa entrada con una suerte de aviso al lector, invitando a pegarle un tiento a la entrada superando ese instinto primario de parte de la parroquia que hace que, como movidos por un resorte, nada más leer Oasis en el título, se escriba un comentario negativo, ofensivo o directamente una amenaza o un reproche ("cómo has podido hacerme esto? yo que te consideraba un hermano de sangre rockera"). Casi con una justificación inicial. Bueno, Aitor, a mí también me gustan Oasis. Por lo menos sus dos o tres primeros discos, y fuera de ello, algún single suelto. Y eso que los descubrí cuando sus discos ya perdían el interés, cosas de los prejuicios: pese a que me gustaba lo que escuchaba de ellos (canciones como "Champagne Supernova" o "Live Forever"), jamás me investigué su música, imbuído por tanta opinión negativa, y también, por qué no, por tanta histeria colectiva por parte de sus seguidores.

En fin, hace tiempo de que ciertos prejuicios musicales me he ido deshaciendo, y no tengo mayores reparos en declarar mi interés por el pop, sin tener que reducir este concepto a divinidades como Brian Wilson o Love. Es por eso que puedo declarar que me gustan Phoenix, una banda que lo tiene todo para ser odiada por la parroquia rockera: grupo indie (de esos que viven perennemente enganchados a sus converse y sus tejanos de pitillo), francés pero que canta en inglés, con conexiones "cool" (nótese la ironía en las comillas), ya que uno de ellos es el maromo de Sofia Coppola, que es a su vez fan de la banda. Te pueden gustar Phoenix y también Kiss? Puedes poner tu iPod en modo aleatorio y que suene "Better" de Axl y luego "Lisztomania" de Phoenix? Bueno, siempre he sido algo rarito.

Tampoco es que sea un erudito en la carrera de estos gavachos, el caso es que todo lo que he ido escuchando me gusta, y su disco de 2009, "Wolfgang Amadeus Phoenix" me parece muy bueno. Sobretodo tienen una sonoridad muy particular, que los hace reconocibles a la primera canción, y un sentido del pop como un sonido basado en la melodía y en la construcción de la canción con una cierta pátina de ligereza aparente fantástico.

Este "Lisztomania" es el primer single del disco, y por Youtube alguien ha colgado un videoclip alternativo casero, utilizando imágenes de las películas de adolescentes de los 80's, como "Footlose" o "El Club de los Cinco" realmente genial. Y poniendonos en plan trascendental, una de las cosas positivas de Internet es la capacidad ilimitada de poder hacer algo talentoso y ofrecerlo a todo el mundo, aunque sea sin pagar derecho de autor alguno. Por cierto, parece ser que a los propios Phoenix les ha encantado este montaje, han declarado que es "el mejor videoclip que tienen". Pues eso.

En fin, ya no me queda más que esperar opiniones, aunque sean del tipo reproche, insulto o directa amenaza de agresión. Si Aitor sobrevivió, yo también lo hare!!


lunes, 28 de diciembre de 2009

Seguimos

A muchos ya les ha pasado, algunos con más pomposidad y otros en el simple anonimato que la casi infinita oferta de la red proporciona, y es que durante las últimas semanas me he estado planteando la disolución y muerte de Notas de Kar. Después de cuatro años y medio, con una frecuencia de publicación más o menos alta, muy alta en algunas ocasiones, por vez primera sentí el agotamiento de notar que tal vez no tengo nada que decir. Enfrentarme a la página en blanco se me hacía complicado, y las entradas actuales me parecían flojitas, de compromiso, de ese compromiso no escrito adoptado desde el mismo momento en que inicié esta andadura. Y releía entradas pretéritas viendo virtudes que no veía en las de, por ejemplo, este 2009. Seguramente ni tan malas eran éstas, ni tan fantásticas las de, pongamos por caso, el año 2007. Por otra parte, cada vez me costaba más cumplir con este compromiso. Muchas cosas sucediendo, como para sentarme frente al teclado. Demasiado tiempo invertido en un trabajo que no me gusta demasiado. Un año, este 2009, demasiado complicado. Será el final de la década. Serán los 30. Qué sé yo.



Y al final, seguimos. Porque me gusta mi blog. Porque me gusta escribir. Por qué no? Y claro, porque también me haría gracia llegar a los 5 años de blog. Hay alguien que quede ahí fuera desde ese verano de 2005? Probablemente ni siquiera yo. En todo este tiempo, el blog ha pasado de ser personalísimo en sus inicios a ser un blog de cariz cultural, o contracultural, si es que eso existe, a volver a encontrar un equilibrio entre su consideración de diario de Kar y el rock n’ roll, que siempre ha estado ahí. No tengo ni idea de qué quiero para NDK en la década de 2010 (cómo llamarla? Los 10s? y cuando llegue 2030, serán los 30s? pero si para mí los 30’s son 1933 o 1937!).

Seguimos, sí. Con todas las dudas del mundo, acerca del futuro del blog, las mismas dudas que tengo para mi propio futuro, qué le vamos a hacer. Pero estas fechas son fechas para los propósitos, que benditos sean los propósitos y las propuestas de mejora, y nos proponemos continuar, que no será poco.

Canciones:

Pearl Jam: “Got Some”
Phoenix: “Lisztomania”
The Trashmen: “Surfin’ Bird”

viernes, 11 de diciembre de 2009

2x1

El Parlament de Catalunya ha establecido una ley que prohibe especificamente en bares y discotecas los 2x1, happy hours y barras libres. No es que me afecte especialmente, pues cada vez bebo menos, y tampoco frecuento mucho discotecas y bares. Y de verdad que intento comprender que hay una cierta problemática con un sector de la juventud que le da al alpiste cosa fina. Pero una medida como esta es de las que me cuestan. Soy mayor de edad, el alcohol es una sustancia completamente legal y cuya ingesta no es perjudicial para los que deciden no ingerirla (cosa que no ocurre, por ejemplo, con el tabaco)... a qué viene, pues, esta clase de leyes? No sé si realmente esto afectará la problemática de menores de edad bebiendo (y ahí sí que puedo entender revisiones en leyes), ya que se supone que un menor de edad no bebe en un bar. Pero si consideramos que países como Italia o Reino Unido permiten esta clase de promociones, es cuando ya no entiendo nada. Me da la sensación de que una suerte de Gran Hermano quiere controlar más de la cuenta. Y eso es lo que me preocupa. Al final es lo de menos el hecho de los happy hours. No necesito un estado que me sobreproteja. Déjenme beber tranquilo.

Canciones:

Def Leppard: "Love Bites"
Stone Temple Pilots: "Vasoline"
Little Steven: "Born again savage"

martes, 8 de diciembre de 2009

Pixies en 2010

Durante una época hubo un cierto sector del público que criticó el éxito de Nirvana cuando publicaron "Nevermind", arguyendo que muchos de los cortes, entre los que se incluía el celebérrimo "Smells Like Teen Spirit" eran una suerte de plagio de los Pixies. Recuerdo una crítica en el que se referían con algo así como "un tío de Seattle llegó al estrellato con un tema que era como una cara B de los Pixies". Bueno, es innegable que la aureola de los Pixies planeó no sólamente en Nirvana, sino también en buena parte del rock indie de los 90's. Kurt Cobain se quedó admirado tras escuchar el debut de los Pixies, "Surfer Rosa", y siempre habló bien de ellos. Probablemente fue en "Nevermind" donde más clara influencia se puede apreciar. No solemente en Nirvana, sino que Pixies ayudaron a sentar unas bases muy comunes en el rock indie de esa época: melodías muy marcadas por el bajo, alternancias de momentos tranquilos con estallidos eléctricos... , podríamos nombrar rápidamente una docena de canciones que rompieron las listas de éxitos de rock alternativo y responden a esos parámetros.

No por ello parece de recibo considerar condenable el hecho de que Nirvana triunfaran tantísimo mientras que en 1992 Black Francis AKA Frank Black decidiera poner punto y final a los duendecillos enviando un fax a sus ya ex compañeros para notificárselo, en un acto de delicadeza extrema, sin haber conocido las mieles del éxito que pupilos suyos sí estaban disfrutando. Y sobretodo, tengamos muy claro lo siguiente: quien conocía a los Pixies en 1992? Muy pocos, eran una banda todavía bastante underground, un grupo "para iniciados". Pero cuántos de los que descubrimos a los Pixies y nos declaramos fans de los de Boston, lo hicimos a raíz de la admiración que Kurt Cobain profesó públicamente hacia ellos? Yo soy uno de esos. Y seguro que hay muchos más. Pongamos unas cifras sobre la mesa: de su disco más vendido, "Nevermind", Nirvana colocaron diez millones de copias en USA, mientras que de su disco más vendido, "Doolittle", Pixies han colado un millon de copias en USA. Pero sólo habían vendido 100000 durante los 6 primeros meses tras su publicación. Esas ventas, soprendentemente, crecían por ejemplo en 1993, dos años después de sacar su último disco. Y en 1995 había llegado a ser disco de oro (500000 copias). Por supuesto, el tema de las ventas tiene el valor que se le quiera dar, pero está muy claro que The Pixies fueron más comprendidos y admirados a raíz de una generación posterior de músicos exitosos que se decían influenciados por ellos, que en su época de vida.

Gordos, viejos y acabados???... allí estaré, claro que sí!!!!

Desde 2004, la banda (Pixies, no Nirvana... juas juas) ha ido haciendo algunos conciertos de reunión, a pesar de que sus relaciones personales siempre han sido declaradamente malas. El dinero, supongo, lo cuál no me parece reprochable. Aunque también me da la sensación que se trata un poco de recibir un reconocimiento del público, algo en plan más masivo de lo que jamás gozaron en vida (musical activa, se entiende). Tocaron en Barcelona en el Festival Primavera Sound de 2004, concierto que por razones estúpidas me perdí. Tocaron también en 2006, en el Festival de Benicassim, concierto que también me perdí. Y cuando pensaba que Pixies engrosarían la lista de bandas de las que jamás podré disfrutar en directo, recibo con sorpresa la noticia de que vuelven a tocar en el Primavera Sound de Barcelona de 2010! Y esta vez no me lo pierdo! (Aunque sería un detallazo que indicaran qué día toca, porque me gustaría comprar la entrada para ese día, no un jodido abono para todo el festival)

Canciones:

Rock City Angels: "Born to loose"
Mötley Crüe: "Dr. Feelgood"
Mott The Hoople: "The Golden Age Of Rock N' Roll"

lunes, 7 de diciembre de 2009

Piratas

Hacía tiempo que me rondaba la idea de escribir sobre Internet, piratería, y demás, pero lo tedioso y sobado del asunto siempre me había echado hacia atrás. Qué ha cambiado desde entonces? Probablemente ciertos movimientos que ha habido al respecto en los últimos días. En cualquiera de los casos, este ladrillazo está redactado no con objetividad, pues eso no existe en este blog, pero sí con sinceridad. Así que ahí vamos.

Supongamos que estáis en un bar de copas. No se trata de un bar de barrio, o de ese lugar donde conoces al tipo de la barra, sino de ese típico bar de moda donde las copas son más caras de lo que se consideraría normal. Os habéis tomado 8 copas. Cuando traen la cuenta, resulta que se han equivocado y sólo os reflejan 4 en la nota. Qué hacéis? Pagáis las 4 y marcháis, contentos de haberos ahorrado un dinero, o tal vez avisáis al camarero de que ha habido un error y la cuenta es, en realidad, más elevada?

Supongamos ahora que estáis en un parking. Uno de esos parkings enormes del centro de la ciudad. Antes de salir, os dais cuenta de que la barrera está estropeada y se ha quedado arriba permanentemente. Qué hacéis? Salís directamente sin pagar o bien avisáis al responsable de la taquilla y le dais el ticket para que os cobre?

Y ahora supongamos que hay un festival de música en la ciudad. El Primavera Sound, por ejemplo, festival que no se caracteriza por ser muy barato, precisamente. Estáis en la puerta, dispuestos a comprar entradas. Pero en la valla divisáis un hueco considerable. Alguien, por ejemplo, el servicio de limpieza, se ha dejado la valla abierta. Nadie pasa por ahí, nadie vigila, de manera que es insultantemente fácil entrar sin pagar. Qué hacéis? Colaros por esa entrada descuidada o bien pasar igualmente por taquilla?

Ok, probablemente algunos de los lectores de estas líneas hayan escogido, en cada ejemplo, la opción dos. Pero me juego, y con riesgo mínimo, lo que queráis, a que un alto porcentaje hubiera escogido la primera opción. Aún a sabiendas de que es ilegal. Aún a sabiendas de que moralmente es más o menos reprochable. Aún a sabiendas de que no deja de ser “robar”.


Lo es. Lo sé.

Sirvan estos ejemplos a modo de reflexión para todos aquellos que se rasgan las vestiduras amparándose en el supuesto acto delictivo, inmoral y totalmente reprochable que es el bajarse música (o películas, o series, o videojuegos, aunque no lo mencione específicamente, vale para todo) de Internet. No, las personas que se bajan música de Internet no son unos delincuentes, ni unos desalmados, ni unos piratas. La mayoría de las personas que se postulan frontal y radicalmente en contra de las descargas ilegales, también hubieran escogido la opción uno, en una pirueta del despropósito y la contradicción.

Y sin embargo, lo normal, lo razonable, es que tarde o temprano se establezcan mecanismos legales para evitar, prohibir, controlar y, si procede, y siempre de un modo razonable, sancionar las descargas ilegales. Y enfadarse, o tomarlo como una injusticia, resulta ridículo. Todos los que descargamos música sabemos que no está bien. Sabemos que es ilegal. Y personalmente creo que esa idea generalizada de que ya no hay vuelta atrás y que lo de pagar por la música grabada se ha acabado es algo totalmente equivocado.

Por supuesto, en esta historia ha habido muchos errores, mucho aprovechamiento y mucha pose. Pongamos por ejemplo la famosa y peripatética SGAE. Su cruzada ciega enmascara y daña un fondo razonable: los autores deben cobrar por su trabajo. Sus actos ridículos, su pobreza institucional y algunas de sus protestas les dejan en muy bajo escalafón. Quién puede respetar a esos tipos?? O por ejemplo lo del cánon digital, injusticia flagrante y una muestra de ignorancia total. Y finalmente, lo de esta Ministra de Cultura, que deja a lumbreras como alguno de sus predecesores en gestores exquisitos.

Por otra parte, sabemos que durante muchos años, probablemente desde que existe, la industria musical de la grabación y distribución ha sido un negocio de aprovechados y ruines. Lo sigue siendo, en gran medida, a pesar de los serios varapalos sufridos. Podríamos comenzar con la sustitución del vinilo por el CD, a finales de los 80’s, cuando de repente, y a pesar de que la materia prima resultaba más barata, una grabación en CD resultaba ser más cara en el punto de venta que una en vinilo. Pero para qué remontarse tanto en el tiempo. CDs a precios indecentes, aún incluso hoy en día, 17 o 18€, sirven de justificación bastante común. Y ahora, como se le ven las orejas al lobo, se hacen “esfuerzos” por bajar precios. ¿Demasiado tarde? Tal vez. El caso es que conozco a muchos tipos que consideran que lo que llevan gastado en CD justifica que ya no compren nada más.

La postura de algunos artistas es controvertida. Por todos es conocida la guerra que Metallica mantuvieron contra Napster, como si la estabilidad contractual y/o económica de los Metallica se pudiera ver en peligro. La postura de Radiohead no puede sino ser considerada como un genial golpe de efecto. Genial, pero a niveles de marketing, estoy convencido que no les saldría tan rentable una segunda vez. Gene Simmons de Kiss declaraba no hace mucho que ya no volverían a grabar, porque no querían “regalar su trabajo” (Simmons dixit), claro que luego se retractarían y editarían su maravilloso “Sonic Boom”. Y por ejemplo, “The Cult” se pegaron un gran castañazo en USA con las ventas de su último disco. Por supuesto, el nivel de vida de Astbury y Duffy no está en peligro, queda claro, no obstante, el mercado ha cambiado.

Y es que siempre hubieron copias. Al principio eran las cutres pero utilísimas cintas de cassette. Y más adelante, cuando se popularizaron los precios de las grabadoras de CD, llegó un momento en que poca diferencia había entre un CD grabado y uno original. Aunque algo bueno se puede extraer de ello: si la calidad musical no se veía resentida, los discos originales tenían que ofrecer valores añadidos. Adiós ediciones roñosas, hola ediciones con libreto de calidad y detalles para mitómanos. Una vez más, me permito volver a la primera reflexión que hacía. Las copias en cassette jamás fueron demonizadas del mismo modo, y sin embargo, qué diferencia, a nivel conceptual, hay entre el típico tío que se compra un CD y se lo graba a un compañero de clase, y esa cinta va rondando hasta que toda la chavalería de la clase tiene su cinta grabada, y que esa chavalería se descargue el disco de Internet? La difusión. El dinero que se deja de ganar.

Y ahora viene cuando me mojo. Aunque antes, os explicaré mi experiencia. Que comenzó a finales de los 90’s con una conexión de 56k y una grabadora que me costó 20000 pesetazas de entonces. Por un lado, me dediqué a grabarme muchos discos de un compañero de universidad que tenía una colección brutal. Por otro, ahí tenía mi Napster, un programa infame, más si se combinaba con esas conexiones lentísimas. Bajarse un disco entero era una utopía. Pero sí me bajé muchas canciones sueltas. Y jamás dejé de tenerlo claro. Cuando mi economía estudiantil me lo permitía, disco original siempre. Si el grupo en cuestión me gustaba especialmente, original. Si lo queremos mirar por un lado positivo, y esta es una argumentación común, Internet me permitió conocer docenas de grupos a los que jamás me hubiera acercado, y en los que acabé invirtiendo mi dinero, ya sea en discos o en conciertos. El caso es que con el pasar de los años, cuando uno ya consigue un trabajo y un cierto desahogo económico, impensable en mi época universitaria, le da valor al disco comprado. Y en la actualidad, apenas bajo más que algunas canciones sueltas. Entre otras, porque tengo un disco duro lleno de archivos que no escucho. Ya no le encuentro mucho atractivo a una carpeta de Windows con un disco de Willy De Ville. Prefiero comprarme su disco cuando tenga oportunidad. Pero claro, yo soy un antiguo. Y además, no soy un chaval que depende de trabajillos eventuales o de la paga de sus padres.

Si un día realmente alguien acaba con las descargas ilegales, bueno, no será para mí una tragedia. Del mismo modo que si el camarero me trae la cuenta con las ocho copas, pues la tendré que pagar. Tal vez otro día, en lugar de ocho, nos tomemos cinco. Insisto, sin aspavientos, y sin dejar de reconocer que el mercado se merecía una pequeña rebelión por parte de unos consumidores, el melómano sufrido. Pero lo cierto es que hoy en día, con la bajada de precios que se ha aplicado a una gran parte de los discos, aunque no lo suficiente, todavía hay mucho atraco, especialmente en lo que a novedades se refiere, pero bajada en definitiva, y con el acceso a las compras de discos por Internet, y otros canales, estoy convencido de una cosa: el que no compra discos es porque no quiere. Sí, seguramente mi vecino de 16 años no se acercaría nunca a la discografía de Neil Young, que se bajó el otro día en quince minutos. Pero esa es otra reflexión que la Industria debería hacerse.

Canciones:

Nirvana: "Breed"
Jamie Cullum: "Grand Torino"
Radiohead: "Airbag"

martes, 1 de diciembre de 2009

Queen Greatest Hits II

Está claro que cualquier momento es bueno para recordar a Freddie Mercury y a Queen. Por supuesto es algo recurrente cada final de noviembre desde hace ya 18 años, y supongo que en un par de años, ese 20 aniversario puede ser el colmo del mercantilismo musical llevado a su extremo más obsceno. Aunque si hay algo que me pone de mala leche es escuchar la típica frasecilla de un amplio sector de la parroquia rockera, que suelen cargarse de un plumazo la trayectoria de Queen en los 80’s. Como si Queen no tuvieran interés más allá de 1979. Ok, tuvieron un tropezón importante con “Hot Space” (1982), eso es innegable. Pero lo digo aquí y ahora, si, y sólo si el Dr. Mengele me amenazara con servirle de probeta para sus experimentos si no elijo, me quedaría con los Queen de los 70’s. Sólo en esa circunstancia. Si no, amigos, no podría decidir.

Porque, entre otras cosas, permitidme que me remonte a 1991, a un disco que todo aquél que ahora tenga entre 28 y 35 años y se jacte de ser o haber sido rockero en alguna ocasión, debe tener o haber tenido: Queen Greatest Hits II. Publicado en ese 1991, muy poquito antes de que Mercury muriera, es una compilación de sus hits desde 1981 en adelante, continuación de aquél Queen Greatest Hits I que ya publicaran precisamente aquél 1981. Por supuesto el fatal desenlace precipitó que ese disco se hiciera tremendamente popular.



Ni Michel Gondry ni hostias: esto es un videoclip!!

Ok, el mundo de las compilaciones discográficas suele ser pasto de desalmados que lanzan productos de ínfima calidad. Si el disco en cuestión es “Greatest Hits”, suele ser flojito. Si es “The Best Of”, la cosa se pone chunga. Y si es “The Very Best Of”, resulta ser una mierda infumable. Para todo, claro, hay excepciones. Quién puede tener queja a un álbum que contiene joyas como “Under Pressure”, trallazos rockeros como “I want it all”, marcianadas como “I’m going slightly mad”, épica como “Who wants to live forever”, ecos ochenteros como “A kind of magic”, horteradas como “Radio Ga Ga”, himnos como “I want to break free”, dramatismo como “The Show must go on” ... ¿sigo? Sólo le encuentro una pega, y es la imperdonable ausencia del temazo “Princes Of the Universe”, de la peli Los Immortales... ahhh, qué pedazo de canción y qué maravilloso videoclip, impagable ese Freddie luchando con su trozo-de-pie-de-micro contra la espada de Christopher Lambert.

Sí, amigos, ese disco fue uno de los responsables de mi educación musical que me acabaría adentrando por los pantanosos caminos por donde Robert Johnson pactó en un cruce. Y al final, uno escuchaba ese Queen Greatest Hits II y echaba de menos “We Are The Champions” y “Bohemian Rapsody”, a la sazón, las dos canciones de los Queen setenteros que conocía entonces. La curiosidad, claro, hizo el resto. Así que no puedo más que recordar con cariño aquella cinta grabada en esa época, que escuché miles de veces, y no lo niego, a veces todavía escucho ese CD por el placer de escuchar esas canciones unas seguidas de las otras y en aquél orden al que me había acostumbrado.

Canciones:

Queen: “Princes Of The Universe”
Queen: “Hammer To Fall”
Queen: “Friends Will Be Friends”