martes, 29 de septiembre de 2009

Dangerous

De todos los discos de la etapa clásica de Michael Jackson, “Off The Wall” (1979), “Thriller” (1982), “Bad” (1987) y “Dangerous” (1991), es este último el que probablemente suene más desfasado, aun siendo el más actual. “Dangerous” no es un mal disco en absoluto, pero demostró que la cima creativa de Jackson ya quedaba más lejana. Puedo decir que hablo con conocimiento de causa, ya que en las navidades de 1991 me regalaron ese disco en su formato cassette. Dios bendiga al viejo cassette (o “cinta”, como había sido siempre para mí). Y durante ese año 1992 lo estuve escuchando constantemente. Luego otros tomarían mejores posiciones en mi walkman top 5 particular, y muy pronto vendrían muchos otros más, más ruidosos y con los pelos más largos. Pero claro, uno no puede dejar de tener un cierto cariño especial por ese “Dangerous”.

Recuerdo cuando se estrenó el single-videoclip, el celebérrimo “Black or White”. Aquella intro con Slash guitarreando y con el niño de “Solo en Casa”, aquellos efectos especiales, en su momento, espectaculares, y sobretodo aquella ridícula escena final con Jackson bailando solo, sin música, destrozando un coche, que generó bastante polémica y acabó por retirarse.

Este primer single es una muestra de que Michael Jackson todavía tenía golpes escondidos y podía recuperar esa fusión de rock blanco, y soul y música de baile negra que tan buenos resultados le había dado en el pasado. Siempre me llamó la atención, sin embargo, a qué venía esa letra, y qué se le pasaba por la cabeza cuando la posicionó como primer single, después de sufrir él mismo una transformación de su color de piel. Difícilmente sabremos si en realidad el aspecto blanquecino que lucía entonces era fruto de una enfermedad, de un tratamiento para blanquear un poco la piel en plan estético que se le fue de las manos o, como si se decía por ahí, y eso lo dudo mucho, un intento de, sencillamente, no parecer lo que era, negro. En cualquiera de los casos, una letra como esa, en un primer single, o era cosa de una inocencia absoluta o de una ironía muy fina.

Alguien puede decirme qué hostias significaba esta portada???

Pese a todo, ese era uno de los escasos momentos de grandeza de un disco que carecía de ellos. Pudiera ser el hecho de que prescindió de los servicios de Quincy Jones, tal vez ni siquiera Jones hubiera podido cambiar gran cosa. La cuestión es que todo el disco se movía por un estilo de lo que se dio en llamar “New Jack Swing”, una etiqueta de música negra que se hizo popular entre finales de los 80’s y principios de los 90’s. Era una especie de punto intermedio entre el R&B, la música de baile de sintetizadores y el rap en su versión más suavizada. Es decir, Jackson se apuntaba a un estilo musical, más que desarrollar el suyo propio. Lo cuál, y sumado a la larga duración del disco (14 canciones), hacía el resultado general un poco tedioso.

Hablemos de los buenos momentos del disco, aparte de la mencionada “Black Or White”, había otra colaboración con el gran Slash, en “Give In To Me”, una canción de ritmo lento y guitarra dura, con un cierto parecido a aquél “Dirty Diana” que se incluyó en “Bad”. Sin que sirva de precedente, en esta ocasión Slash no ofreció uno de sus solos insulsos que suele colar en sus colaboraciones, sino todo lo contrario. Finalmente podríamos hablar de “Gone Too Soon”, una balada elegíaca de bonita melodía. Y como propina también prodríamos salvar, seamos benevolentes, “Remember The Time”. Lo demás, un puro ejercicio de estilo de la música negra que era popular por aquél entonces, y que al final, acaba facturando varias canciones demasiado parecidas entre ellas.

Mención aparte a esa horrorosa “Heal The World”, balada babosa hasta la saciedad, con letra bienintencionada y en definitiva, una hija bastarda (completamente innecesaria) de aquél otro horror que era “We Are The World”.

A pesar de todo, fueron 7 singles (7!!! Definitivamente, eran otros tiempos) los que se extrajeron de “Dangerous”, con una serie de videoclips que se hicieron muy populares, con cameos de Eddie Murphy, Michael Jordan o Naomi Campbell, y con un Michael Jackson que ya lucía un aspecto lechoso y una cara casi destrozada por la cirugía estética, con esa nariz y esa barbilla ridículas.

Qué fue lo que falló? Seguramente le faltó contención y le sobraron influencias externas. Nadie dice que Jackson no debía evolucionar respecto a su sonido de los 80’s, pero ocurre que algunas de las canciones de “Dangerous” podrían haber estado perfectamente en discos de otros artistas de la época y que ahora están desaparecidos en el limbo de los tiempos. Y al final, por todos es conocida la historia: en enero del 92 el “Nevermind” le quita el primer puesto de Billboard y en 1993 Jackson es demandado por vez primera por abusos sexuales. Y de ese modo, la caída comenzó a ser evidente.

jueves, 24 de septiembre de 2009

Live... In The Heart Of The City

No, si ya me lo decía Nuala en un comentario hace un par de entradas... soy un... ¿qué término utilizó? ah, sí: Maldito Urbanita. En fin, para qué negarlo, es lo que soy. Me gustan las ciudades. O no sé si me gustan o las necesito. Porque yo no sirvo para la montaña. No sé esquiar, no diferencio un chopo de un alcornoque, si hay una raíz saliente en el suelo, me tropezaré con ella, y si hay una charca, seguro que acabo metiendo el pie o directamente el culo en ella. Tampoco sé vivir en un pueblo, ni hacer vida de pueblo. Recuerdo a los niños de mi clase, cuando llegaba el verano, ala, todos en tropel "al pueblo", de vacaciones. El Pueblo. No tenía una localización geográfica concreta. Sólo sé que era un lugar con abuelas que ceban a base de potajes y deliciosos embutidos locales, grupos de zagales que se desplazan en bicicleta desde la salida del sol hasta altas horas de la noche y apasionantes actividades que realizar tales como ver como ordeñan ovejas o pasear la estatua de la virgen de la ermita el 15 de agosto. Bueno, parece que no rockee mucho, pero amigos, en mi mente infantil, aquello tenía que ser la leche. Mis agostos eran, sin embargo, en la ciudad, zascandileando por las plazas y calles con los pocos chavales que por allí quedaban, y claro, sin bicicletas ni ovejas. Total, que uno ya no sabe si el buscar la ciudad es gusto, costumbre o directamente necesidad.

Puedo decir que he visto bastantes ciudades en el mundo, y a que no lo adivináis? son mucho más parecidas entre sí de lo que a veces quisiéramos reconocer. Será la globalización. Será. O que tal vez a todos nos conforman con lo mismo. Qué sé yo.

De modo que imagináos una ciudad, en una calurosa noche de junio. Te has tomado un par de cervezas, pero en realidad estás nervioso y excitado, y te dirijes hacia el lugar. Te acompañan un par de amigos, pero pronto, en las cercanías, comienzas a ver más de los tuyos. Gente en los bares circundantes, o directamente por las esquinas, bebiendo. Todos buscando lo mismo. A algunas caras incluso las reconoces, son los habituales. A otros directamente les saludas afectuosamente, aunque sabes que no los vas a volver a ver hasta el próximo. Y por fin, más adrenalínico que nunca, decides que ya no puedes más, que ya es el momento de entrar: Whitesnake tocan esta noche en tu ciudad.

Pero con esta portada, qué os esperábais?? Polkas??

Hoy, a Whitesnake se les recuerda por aquellos "Here I go Again" y "Is This Love"... diablos, dos canciones incontestables! No hay una queja en absoluto al respecto. Eso era 1987, pero 7 años antes la banda era bien distinta. Claro, son los 80's, y todo el hard rock tan excesivo de la década anterior es visto con más recelo que otra cosa. Ilusos, sin saber que diez años más tarde otra generación les despreciaría y se reiría inmisericordemente de ellos, parapetados en varias camisetas, tejanos destrozados y camisas de cuadros. Pero volvamos a 1980. Probablemente David Coverdale llegaba algo tarde. Quién sabe, si se hubiera largado de la disciplina Purple años antes, tal vez el éxito hubiera sido mayor incluso. En fin, 1980 significaba el comienzo de una etapa nueva en el rock, pero ese glorioso sonido del hard rock setentero pisaba muy, muy fuerte.

"Live... In The Heart Of The City"... A ver, un disco en cuya portada aparece reinando un pelanas con pantalón tejano paquetero agarrando al pie de micro como si una bella muchacha se tratara, y de guardaespaldas tiene un fulano con una eléctrica de doble mástil, desde luego no da pie a muchas interpretaciones. Y es que aunque ya habían publicado hasta 3 trabajos, un disco doble en directo sólo podía significar una cosa: consagración.

Dos vinilos en los que podemos encontrar interpretaciones magistrales de temas como "Lie Down", "Take me with you" o mi favorita, una de mis canciones preferidas de todos los tiempos, "Fool for your lovin'", muy superior a su versión en estudio. "This is a song you've put on the top twenty", apela Coverdale al público antes de arrancar la banda con esa línea de bajo. Claro, el estruendo acaba siendo ensordecedor. Como no podía ser de otro modo.

Por más que la experiencia en Deep Purple de David Coverdale acabara de aquella manera, la estela Purple tiene gran presencia en este disco, en la forma de John Lord al teclado e Ian Paice a la batería. Vamos, que dos quintas partes de la banda que grabó el imprescindible "Made In Japan" estaba de cuerpo presente. Y sí, poco duraría esta formación del grupo, una serpiente a la que David Coverdale haría mutar más y más, a medida que se iba aclarando su color de pelo y estirándose la cara hasta tenerla más lisa y juvenil que yo a mis casitreinta. Pero ya lo he dicho, también los tiempos estaban cambiando, la vida se volvió dura para los grupos dinosáuricos de los 70's... para los que sobrevivieron. Y si algo es David Coverdale, es un superviviente.

Canciones:

Whitesnake: "Fool for your lovin'"
Whitesnake: "Take me with you"
Whitesnake: "Lie Down"

domingo, 20 de septiembre de 2009

Lo mejor de la semana. Semana 11

Bueno, ya iba siendo hora de recuperar esta sección dominguera de NDK. Ya casi ni recuerdo cuándo fue la última vez y ni siquiera puedo asegurar que haya una siguiente vez el domingo que viene, así que disfrutemos del momento ahora, que mañana nunca se sabe.

En fin, como habrá leído el seguidor habitual de estas líneas, me he pasado la semana en Italia, con excursioncita a Roma el jueves por la noche. Y con los compañeros, ejercí de anfitrión en la ciudad, pues nadie había estado antes. La ruta fue corta, pero intensa, y acabaría, claro, en el barrio de Trastevere, para cenar y tomar una cervecita. Y decidí llevarlos a cenar allí donde cené la última vez, que me guardó una buena impresión. Y pensándolo, me fijé que acostumbro a repetir los sitios que me gustan. Podría haber probado docenas de otros restaurantes, pero volví a aquél que me había gustado. Lo cuál me asegura el tiro, sí, pero tal vez hace que me pierda la posibilidad de conocer algunos otros sitios. Por otra parte, uno no va a Roma como el que sale a dar un paseo por su barrio y prueba a tomarse una cervecita en la terraza esa de la esquina en la que nunca había estado. Luego me fijé que no sólamente hago eso, sino que además, cuando descubro en un restaurante un plato que me ha gustado, habitualmente, cuando vuelvo, suelo pedir lo mismo. ¿Falta de riesgo? Puede, pero para qué arriesgarse, cuando muchas veces es ese plato lo que me lleva a volver a ese restaurante? Por eso, tal vez, cuando quiero arroz vietnamita voy al Indochine, cuando quiero salmorejo y solomillo con parmesano, al Basílico, y cuando me apetece vacío a la brasa, a Las Carretas.

Y con esta reflexión para haceros salivar, vayamos a la tríada de la semana:

3.- "Malditos Bastardos": No porque la haya visto, que todavía no... este fin de semana ha sido complicado y reconozco que quiero sopesar muy bien la sala donde ir a verla, para no rodearme de según quien. Así que ni siquiera sé si vale la pena, si es genial o una basura. Pero Tarantino y su cine forman parte de mi substrato personal y cultural cinematográfico, y su retorno supone cuanto menos una buena noticia para mí, así que de momento, se merece el beneficio de la duda. Seguramente, la semana que viene lo comentamos.

2.- Aerosmith - "Rocks": Hacía demasiado tiempo que no escuchaba este disco, que tenía grabado junto con el debut de Van Halen, en una pareja explosiva. Menudo disco! Cuarto de los de Boston, sólo daré un dato: Slash declaró que este disco cambió su vida. Y a pesar de todo, podemos decir que Slash sabe un poquito de rock, ¿no?

1.- Roma: Esta ciudad me encanta. Aunque sea para unas horas. Pasear por sus calles es un placer, ya sea en plazas abarrotadas de turistas, o por callejuelas en donde el arte y la historia aparecen por los rincones más insospechados. Roma y sus iglesias a miles, y sus estatuas, y sus turistas escampados y sus grupos de monjas paseando, y los tenderetes de paninos y fruta, sus ilegales vendiendo en las esquinas y los bares del Trastevere. Hay que ir.

sábado, 19 de septiembre de 2009

Exilio italiano

Hey, de vuelta en casa. Bueno, ayer por la tarde. El caso es que me he pasado toda la semana en un pueblacho llamado Tivoli, a unos 40 minutos en coche de Roma, perdido en las montañas. No os creáis que la cosa iba de vacaciones, no. Trabajando, en unas condiciones extrañas, eso sí, que el tema campestre no es a lo que estoy acostumbrado, pero trabajando no obstante. Casi diría que demasiado, esta semana ha sido un no parar. Y lo peor de todo ... SIN INTERNET!!!! Sólo tenía la posibilidad de enviar correos de trabajo desde blackberry, lo cual no mejoraba mucho el panorama, pero en la mierda de hotel en el que estaba no había internet. O mejor, corrijamos, había wi-fi de pago y con alcance sólo en el hall, no llegaba a las habitaciones. Gracias pero no. Y no me extraña que la red no llegara, el hotel era algo así como un edificio medieval en lo alto de una montaña, reconvertido en hotelillo. Muy bucólico, sí, pero sólo si la intención es la de pasarse unos días desconectado del universo moderno, en esa suerte de castillo de Harry Potter que haría las delicias de cualquier emo con ínfulas poéticas.

Concretamente aquí...

Parece mentira lo que se echa de menos el poder asomarse a esa ventanita virtual por la que curiosear. Por lo menos he comido estupendamente. Con una dieta de pasta diaria que no se la salta un gitano, estilo Robert De Niro preparándose para rodar "Toro Salvaje", que me habrá hecho perder mi apolínea figura. En fin, quién dice que no a un plato de tagliatelle artesanales?? Yo no. El jueves por la tarde, tirón de coche y paseíto por Roma: Piazza de Spagna, Fontana di Trevi, Coliseo y enfilando hacia Trastevere, para cenar y una copichuela. Así que eso es lo que me llevo. Eso y un par de piezas de queso parmesano, que no se diga!

Canciones:

Auf Der Mauf: "Lie Real"
Van Halen: "Jamie's Crying"
Oasis: "Don't Look Back in Anger"

jueves, 10 de septiembre de 2009

El Elvis del Born

La otra noche estaba en el Màgic, local que hay que reivindicar una vez más. Y léase esta primera línea como reivindicación, pues ya hice lo propio hace unos meses, y uno no reivindica las cosas insistentemente a no ser que haya transacciones pecuniarias de por medio. En el tránsito de personas y personajes que pululaban por el lugar, entró uno peculiar. Edad indefinida, pero más cercano a los 40 que a los 30. Su aspecto resultaba de lo más parecido a Ford Farlaine (el de “Las Aventuras de Ford Farlaine”, la película de Andrew Dice Clay), aunque me da que el tipo buscaba un aspecto más parecido a Elvis. Ok, pudiéramos aceptarlo como imitador del Rey, más que nada porque lucía unas gafas de esas que Elvis popularizó en los 70’s, y para qué engañarnos, me encantan, y lo bien que me lo pasé llevándolas puestas toda la noche en Las Vegas. Complementaban una camiseta a rayas con un cierto aire a “King Creole”, la película de Presley, unos tejanos negros apretados, con barriga pugnando por respirar entre camiseta y tejanos, y unos zapatos blancos y negros imitación de los clásicos de gamuza de los 50’s. Pudiera pasar por un pintas… definitivamente, la discreción no era su mayor virtud.

Le ha robado los anillos a su abuela.

De repente, el DJ pincha “Burning Love”, de Elvis, y por supuesto, nuestro Elvis-Ford Farlaine particular no tiene por más que subirse a la tarima y marcarse unos pasos, a medio camino entre baile y playback, probablemente menos lamentable de lo que pudiera parecer así, explicado en unas líneas. Pero amigos, toda la sala se volvió hacia él y le coreaba, y por unos minutos fue la estrella de la noche.

Y pudiera pensar que se trataba de un tipo patético. Un chalado. De un rarito, de un “lúser”, de un tontolpueblo. Pero no. Lo que puedo pensar se resume en la castiza frase “Ahí tus huevos”. Sí, sobre esa tarima estaba un tipo que hacía lo que quería, lo que le apetecía y le gustaba, con la toda pasión que le podía poner, y sin importarle qué pudiéramos pensar el resto de la audiencia, sin importarle que estaba gordo y que era el más viejo del local. En una palabra, ahí estaba, rockeando. Y por supuesto, se llevó la merecida ovación de los que en un principio, nos reíamos de él, pero luego nos acabamos riendo con él. Y pronto volvería a ser lunes, y pronto todos probablemente volveríamos a nuestras rutinas, y tal vez nuestro Elvis particular aparcaría las gafas doradas para enfrentarse a sus quehaceres diarios de la manera más digna posible, pero sabiéndose que en su interior, hay un rocker.

Canciones:

Elvis Presley: "Burning Love"
Counting Crowes: "A Long December"
Imelda May: "Love Tattoo"

martes, 8 de septiembre de 2009

París... ¿Texas?

Travellin' Kar vuelve de nuevo a hacer aparición, esta vez en París, aunque qué más dará, París que Milán que Madrid o que Bruselas. Cuando voy a Francia siempre intento hablar mi horroroso francés, que apenas sirve para darme cuenta de:

a) mis 2 años estudiándolo no sirvieron de gran cosa
b) estos hijosdeputa de los franceses no hacen el menor esfuerzo por comprender lo que dices

En cualquiera de los casos, me está bien empleado, porque sólo hablo francés para dármelas de hombre de mundo. En realidad, me entienden mejor cuando uso el inglés. En el avión me encuentro a Sergi López, y como si no lo tuviera ya aborrecido, de tal brutal promoción que se ha hecho de su película, me lo vuelvo a encontrar en la cafetería del aeropuerto, ya en París.

Por otra parte, todo el mundo sabe que los franceses son imbéciles. Los ingleses también, pero por lo menos ellos tenían música interesante y algunos actores míticos. Hay que decirlo más. Jamás entendí este afrancesamiento de la que quiere ser llamada algo así como la élite cultural o social de Catalunya.

Ceno en un restaurantillo y me pongo como un gorrino de cous-cous, que muertico de hambre estaba, mientras leo un libro de Roberto Bolaño porque todo el mundo anda que no caga con Roberto Bolaño, seguramente porque es un escritor muerto, y los escritores muertos molan, como el sueco ese que está tan de moda. Y aunque de momento me está gustando, lo cierto es que tuve en las manos la celeberrima "2666" y me eché atrás porque sus casi mil páginas me pareció algo excesivo, y elegí este otro, más corto. ¿Os he contado alguna vez que no soporto dejar un libro a medias? Aunque sea un coñazo.

No hago gran cosa más, y es que el madrugón está haciendo mella y encima, el mando de la tele no funciona, y amigos, no hay nada más triste que ver la tele en un hotel y no poder hacer zapping. Pónganle a esto un fondo con el característico bending del tema de Paris, Texas. De modo que apagada queda. Cambio y corto.

Canciones:

The Scorpions: "Rock You Like a Hurricane"
Gabin: "Doo uap, doo uap, doo uap"
Stevie Ray Vaughan: "Theme from Paris, Texas"

sábado, 5 de septiembre de 2009

Tokio Ya No Nos Quiere

Tokio ya no nos quiere es, cuanto menos, un título interesante para una novela, aunque hoy en día nos pueda resultar más cercano de lo que quisiéramos a Isabel Coixet. Nada más lejano a ella, o quizás no, resulta ser el título de la cuarta novela de Ray Loriga, conocido otrora como algo así como el “enfant terrible de las letras españolas”. Ok, reconozco que tales credenciales no son muy halagüeñas. Si a todo ello le sumamos los años siendo pareja de Christina Rosenvinge, contra la que no tengo nada en especial, pero junto a Loriga formaban una pareja de listillos repelentes, y lo aderezamos con cacareadas amistades con algunos miembros de Sonic Youth en su versión más arty, la cosa se pone complicada. De esta manera, uno se podría preguntar por qué me pongo a leer libros de individuos que son de esta guisa. En fin, supongo que el problema es mío: siempre me han llamado la atención los escritores que van de estrellas del rock. Por otra parte, en esta cultura española de charanga y pandereta, un escritor que pudiera citar discos de Lou Reed o de Iggy Pop, ya es un punto diferencial. Pudiera ser también porque un buen día saqué de una biblioteca “Héroes”, del mismo Loriga, siguiendo la recomendación de un amigo. Qué sé yo.

Si hablamos de Héroes, lo cierto es que me decepcionó, porque pese a la recomendación de mi amigo, y sí, pese a citar cada tres páginas a Bowie, a Iggy, a Lou Reed (la santísima trinidad del rockero rebelde yonki con ínfulas intelectualoides), se me hizo algo coñazo. Pero mira por dónde, un tiempo más tarde leí “El Hombre Que Inventó Manhattan”, a la postre, su penúltima novela, y eso fue otra cosa. Una sorpresa agradable. Y sí, debajo de la pose, había un escritor interesante.

En cuanto a “Tokio Ya No Nos Quiere”, debo reconocer que lo primero que me llamó la atención fue el título. Diablos, un gran título. Y luego, que cuando quise buscarlo, no estaba por ninguna parte. De acuerdo que no hice lo que se dice una búsqueda exhaustiva, pero parecía que a ese libro se lo había tragado el mundo, estaba descatalogado o lo que fuere. Eso lo hizo más atractivo. Y al final, como suelen ocurrir estas cosas, sin estar buscándolo, lo encontré en una librería. Ni que decir tiene que no tardé nada en hacerme con él.

No solamente el título es llamativo, sino también el argumento. Un futuro cercano, pongamos 10-15-20 años adelante, se ha encontrado cura para el SIDA y los laboratorios sintetizan una serie de drogas (legales, si vienen de laboratorios legales) que permiten borrar partes de la memoria, esas partes que todo el mundo necesita eliminar alguna vez. Un extraño personaje que comercializa y a la vez consume esas drogas, una serie de viajes y hasta ahí puedo contar. No diré más, aunque tampoco se trate de una novela con un argumento a base de sobresaltos y giros argumentales inexplicables si se quiere respetar el espíritu de la novela.

Lo más interesante es esa conjunción de forma y fondo realmente equilibrada. Lo que no había logrado en “Héroes”, donde la forma se comía claramente al fondo. Aquí Loriga se despacha a gusto en imágenes, desarrollos filosóficos y oníricos y una verborrea muy particular, sin que esto no sea sino un apoyo para la historia que cuenta. Y sin aspavientos, uno no puede dejar de avanzar página a página, hasta llegar a un final que llega demasiado pronto. Recomendable, sin duda.

Canciones:

Wilco: "Impossible Germany"
Rocket From The Crypt: "Born In 69"
Chris Isaak: "Take My Heart"

martes, 1 de septiembre de 2009

The Answer

De las primeras veces que escuché discos de bandas como Led Zeppelin y Deep Purple, lo que me llamó la atención fue principalmente la voz y la manera de cantar de sus vocalistas. Recuerdo escuchar “Since I’ve been lovin’ you” y quedarme anonadado con Robert Plant. Y sobretodo cuando escuché a Deep Purple. De los Purple conocía hasta entonces, claro, el celebérrimo “Smoke on the water”. Entonces un amigo me dejó el “Made In Japan” y aquello fue el despiporre. Entonces había comenzado a escuchar grupos setenteros, pero escuchar semejante banda, en esa grabación, fue un despiporre. ¿Acaso alguna grabación puede representar con mejor maestría lo que significaba el hard rock setentero? Posiblemente sí, pero en este momento no se me ocurre. Pensad que yo venía de escuchar principalmente grunges y rocks alternativos. Y mis conocimientos de música pretérita se reducían a algo de Beatles y menos de Stones. Varias cosas me noquearon, como por ejemplo esos desarrollos de canciones, largas, larguísimas en algunos casos, sobrepasando de largo los cuatro minutos reglamentarios del la mayoría de los discos exitosos de los 90’s. También ese afán de lucimiento de toda la banda, sea cantante, guitarrista, batería o teclista. Y sobretodo, esa voz. Ian Gillan cantaba en esa época como los putos ángeles. Y no admito discusión al respecto.

Ha pasado tiempo y han pasado muchos discos desde aquellas primerizas escuchas de “Made in Japan”, en un período de descubrimiento del rock que siempre agradeceré a un amigo de la universidad. Y a pesar de ese tiempo, no dejo de esbozar una sonrisa tontita cuando encuentro a una banda nueva que se mueve en El Sonido. Ya sabéis de lo que hablo. Ese sonido de los Purple y de los Zeppelin. Y de los Whitesnake clásicos, y de Bad Company, e incluso de los Queen primerizos o de Meat Loaf. Todos diferentes, claro, pero todos con un nexo común. Llamémosle feeling? Mejor que no, mejor no ser tan horteras. Todos entendéis a qué me refiero.

Pues bien, The Answer lo tiene. Y lo mejor es que se trata de una banda que debutó en 2006. En ese año publicaron un disco del que se habló bastante y bastante bien, sobretodo para tratarse de un grupo novel. Y vuestro amigo Kar, en un ejemplo de la clarividencia que le caracteriza, les dejó pasar de largo. Pero lo que son las cosas, The Answer han seguido adelante y han publicado un segundo disco, “Everyday Demons”, y en esta ocasión sí que me fijé en ellos. Afortunadamente, porque se trata sin dudarlo en absoluto de un discazo como la copa de un pino, y candidato seguro a la lista de los mejores del año que en un alarde de originalidad, seguramente publicaré la última semana de este 2009.

Aquí The Answer, cantando unas coplillas

Supongo que muchos me dirán que es mejor el debut. No para mi gusto. Así soy yo, llevando la contraria, que es lo que me va. Por supuesto, tras escuchar “Everyday Demons”, compré “Rise”, el primero. Y aún siendo un muy buen disco, en “Everyday Demons” se superan. Todas las bandas mencionadas anteriormente tienen su representación en el sonido de este disco (ok, quizás quitando a Queen)… que me aspen si “Pride” no es una canción por la que Meat Loaf hubiera matado!!

El disco comienza directo, de esa clase de canciones que uno se pone cuando se está preparando para salir de fiesta, escogiendo una buena camisa, afeitándose y canturreando mientras se pringa de aftershave, pensando que esta noche sí. Pero la cosa no se queda ahí, que tampoco estaría mal, pero que sin duda pecaría de excesiva linealidad. En seguida entra “Cry Out” y es cuando al oírla se te escapa la cuchilla y te haces un cortecito. ¿Es un blues zeppeliniano interpretado por Deep Purple? Y por si fuera poco, para aquellos que argumenten la tópica excusa del “sonido anticuado”, ni que eso tuviera la menor importancia, pero para esos hijos de puta, la siguiente canción les deja rotos: ¿Ese bajo no suena a… a… Jane’s Addiction? Ok, desde luego los de Perry Farell están muy lejos de la música de The Answer, y sin embargo, éstos se mueven igualmente bien también fuera de los corsés del clasicismo.

De hecho, para mi gusto el disco entra bien con esos tres primeros cortes más rockeros, más directos, pero lo mejor, los temazos, vienen después. Si hubiera justicia en las radios, se me ocurren cuatro o cinco singles potenciales de esos que deberían convencer a toda la chavalería (“Too Far Gone”, “Tonight”, “Pride”, “Cry Out”, “Comfort Zone”). Pero como quiera que la justicia es un término relativo y la radio está más muerta que cuando los Buggles lo cantaban, habrá que olvidarse del tema. Putos freaks, los Buggles, eran unos visionarios.

The Answer tuvieron el privilegio de telonear a los AC/DC, y si alguien puede comentar algo al respecto, que lo haga. Yo por mi parte, me muero de ganas por verlos en un escenario pequeño.