sábado, 5 de septiembre de 2009

Tokio Ya No Nos Quiere

Tokio ya no nos quiere es, cuanto menos, un título interesante para una novela, aunque hoy en día nos pueda resultar más cercano de lo que quisiéramos a Isabel Coixet. Nada más lejano a ella, o quizás no, resulta ser el título de la cuarta novela de Ray Loriga, conocido otrora como algo así como el “enfant terrible de las letras españolas”. Ok, reconozco que tales credenciales no son muy halagüeñas. Si a todo ello le sumamos los años siendo pareja de Christina Rosenvinge, contra la que no tengo nada en especial, pero junto a Loriga formaban una pareja de listillos repelentes, y lo aderezamos con cacareadas amistades con algunos miembros de Sonic Youth en su versión más arty, la cosa se pone complicada. De esta manera, uno se podría preguntar por qué me pongo a leer libros de individuos que son de esta guisa. En fin, supongo que el problema es mío: siempre me han llamado la atención los escritores que van de estrellas del rock. Por otra parte, en esta cultura española de charanga y pandereta, un escritor que pudiera citar discos de Lou Reed o de Iggy Pop, ya es un punto diferencial. Pudiera ser también porque un buen día saqué de una biblioteca “Héroes”, del mismo Loriga, siguiendo la recomendación de un amigo. Qué sé yo.

Si hablamos de Héroes, lo cierto es que me decepcionó, porque pese a la recomendación de mi amigo, y sí, pese a citar cada tres páginas a Bowie, a Iggy, a Lou Reed (la santísima trinidad del rockero rebelde yonki con ínfulas intelectualoides), se me hizo algo coñazo. Pero mira por dónde, un tiempo más tarde leí “El Hombre Que Inventó Manhattan”, a la postre, su penúltima novela, y eso fue otra cosa. Una sorpresa agradable. Y sí, debajo de la pose, había un escritor interesante.

En cuanto a “Tokio Ya No Nos Quiere”, debo reconocer que lo primero que me llamó la atención fue el título. Diablos, un gran título. Y luego, que cuando quise buscarlo, no estaba por ninguna parte. De acuerdo que no hice lo que se dice una búsqueda exhaustiva, pero parecía que a ese libro se lo había tragado el mundo, estaba descatalogado o lo que fuere. Eso lo hizo más atractivo. Y al final, como suelen ocurrir estas cosas, sin estar buscándolo, lo encontré en una librería. Ni que decir tiene que no tardé nada en hacerme con él.

No solamente el título es llamativo, sino también el argumento. Un futuro cercano, pongamos 10-15-20 años adelante, se ha encontrado cura para el SIDA y los laboratorios sintetizan una serie de drogas (legales, si vienen de laboratorios legales) que permiten borrar partes de la memoria, esas partes que todo el mundo necesita eliminar alguna vez. Un extraño personaje que comercializa y a la vez consume esas drogas, una serie de viajes y hasta ahí puedo contar. No diré más, aunque tampoco se trate de una novela con un argumento a base de sobresaltos y giros argumentales inexplicables si se quiere respetar el espíritu de la novela.

Lo más interesante es esa conjunción de forma y fondo realmente equilibrada. Lo que no había logrado en “Héroes”, donde la forma se comía claramente al fondo. Aquí Loriga se despacha a gusto en imágenes, desarrollos filosóficos y oníricos y una verborrea muy particular, sin que esto no sea sino un apoyo para la historia que cuenta. Y sin aspavientos, uno no puede dejar de avanzar página a página, hasta llegar a un final que llega demasiado pronto. Recomendable, sin duda.

Canciones:

Wilco: "Impossible Germany"
Rocket From The Crypt: "Born In 69"
Chris Isaak: "Take My Heart"

3 comentarios:

padawan dijo...

Yo me compré este libro por casualidad en unas vacaciones en la playa hace un montón de años, debía tener unos 15, más o menos, sin saber nada del autor, y me enganchó completamente. Una especie de cyberpunk sin tecnología, todo narrado de una forma muy melancólica, la verdad es que guardo un buen recuerdo del libro.

TSI-NA-PAH dijo...

Oye muy bueno tu post y me has abierto la curiosidad con el libro,no lo conocia de nada.
saludos

Belén dijo...

JOpe, yo nunca me he sentido atraída por este homnre, aunque debería comprarme algún libro, para cabar de rematrlo, o no...

Besicos