martes, 7 de agosto de 2012

Viaje a Qatar


(texto de hace un mes)

A día de hoy es hablar de Qatar y rápidamente relacionarlo con el Barça y el patrocinio que este estado, bajo el subterfugio de una fundación, hace al equipo de fútbol del club. Tras todas las polémicas generadas al respecto de que un estado totalitario y no democrático patrocine al equipo, cosa que personalmente no me gusta, el presidente del FCB, Sandro Rosell, declaraba algo así como que realmente hay que conocer el país, hay que viajar allí y palpar su realidad antes de hablar. Y en eso le tengo que dar toda la razón.

Pues bien, he pasado seis días en Qatar, cosas de trabajo, y cuanto menos, es un país curioso. Comenzaré hablando del tópico del calor. Que sí, que es algo de una evidencia que abruma, pero queridos, hay que vivirlo… Qatar en Julio, con esas temperaturas que se mueven entre los 33ºC de mínima y los 46ºC, con una humedad que puede llegar al 60%, no en vano es un país costero, aunque desértico. Sin duda esta situación climática condiciona la vida, aún en una época moderna como la nuestra. Afortunadamente, me atrevería a decir, anochece francamente temprano, a las siete de la tarde ya es negra noche, y aunque el calor puede estar en unos 35ºC, por lo menos el sol no quema.

Así, obviamente, no se hace vida en la calle, por lo menos no diurna. Todo el mundo intenta no estar a la intemperie, y todos los edificios tienen aire acondicionado. De hecho, unos aires acondicionados brutales, de locura, yo he vivido estancias a 21ºC, 20ºC o incluso 19ºC, cuando en la calle hace más del doble. Ahora imaginad, estáis en una estancia, a esas temperaturas, y cruzáis la puerta de la calle, y de repente tenéis el doble de temperatura, y las gafas de sol (accesorio completamente imprescindible) se empañan de golpe como si hubiéramos entrado en una sauna húmeda. En los coches, en los hoteles, en las oficinas, siempre a esa locura de aire acondicionado. Estoy en un hotel con termostato centralizado, sólo puedo regular si quiero más potencia de aire o menos, pero no la temperatura, y os prometo que a día 4 de Julio, duermo tapado.

Otro de los tópicos al hablar de Qatar es el dinero. Y no por tópico se tiene que obviar, pues es una clara muestra de la realidad del país. En Qatar, gracias a sus recursos energéticos, hay muchísimo dinero. Mucho. Pero mucho, eh? Quiero decir, Dubai, por ejemplo, es muy conocido, se ha vendido muy bien, pero en realidad, no hay ni la mitad del potencial económico de un Qatar que era un completo desconocido hace dos o tres lustros. En Qatar no hay  apenas turismo, y la gente que viene aquí está de paso, al ser un hub de Qatar Airways, o está, en su inmensa mayoría, trabajando.

El look favorito de la mujer qatarí (y un homenaje a mi infancia con la Master System II de SEGA)

Pero lo más interesante para mi gusto es la condición de país con una curiosa concepción de la multiculturalidad. El estado de Qatar tiene 1,4 millones de habitantes. De todos ellos, sólo unos 300000 son ciudadanos qataríes. El resto son inmigrantes y expatriados. Con lo cuál, tenemos un estado en el que todo el mundo necesita comunicarse en inglés, el esperanto moderno, porque pese a haber una masa árabe-parlante, en forma de qataríes y también del grueso de expatriados de Egipto, Jordania, Siria o Palestina, también hay una alta población originaria de India, Sri Lanka, Filipinas, Malasia, Indonesia, y por supuesto, un grupo de expatriados de países occidentales, que, si bien su peso en el conjunto de la población no es muy significativo en número, sí lo es en cuanto a su posición social. Porque queridos, esto es Qatar, y la sociedad está plenamente estratificada. Volviendo al tema idiomático, el inglés se convierte en una lengua vehicular, de manera que todo, por ejemplo, está escrito en inglés y también en árabe. Resulta, sin embargo, una versión muy particular del inglés, chapurreado, maltratado, lleno de influencias de múltiples idiomas, muy lejano del purismo de la BBC o del argot de la MTV. Si el inglés sobrevive de aquí a unas décadas, probablemente sonará a algo parecido a esto.

En cualquiera de los casos, Qatar dista mucho de ser un crisol de culturas donde las gentes de distintas procedencias viven hermanadas. Qatar tiene ciudadanos de primera, de segunda y chusma. Los ciudadanos de primera son, obviamente, los qataríes. Para ser qatarí, hay que serlo de nacimiento e hijo de varias generaciones de qataríes. Son los que mueven las instituciones y, en general, el dinero. A la zaga del respeto social estarían los occidentales, europeos o americanos. En realidad no son especialmente apreciados en el país, pero al aportar sobretodo especialización técnica, lo que genera más dinero, resultan un mal necesario, y por lo tanto, cuentan con una visión entre indulgente y respetuosa por parte del ciudadano de Qatar. En un escalafón relativamente medio se encontrarían los oriundos de países árabes, jordanos, sirios, y demás. Claramente, son inferiores, pero por lo menos son musulmanes, y eso, quieras que no, da puntos. Y al final, nos encontramos con el resto, principalmente, inmigrantes asiáticos, indios y filipinos en su amplia mayoría. Los indios se especializan en puestos técnicos,  ingenieros,  informáticos, por ejemplo. Los filipinos se centran principalmente en servicios y hostelería.

Las condiciones para trabajar en Qatar son duras. Se requiere de lo que llaman un “sponsor”, esto es, un ciudadano qatarí o empresa regentada por un qatarí que avale la presencia y el trabajo de ese filipino, indio o lo que sea. Hecho esto, el inmigrante necesita el permiso de su sponsor para dejar el país, ya sea en vacaciones, o si decide volver a su tierra de origen, o emigrar a otro lugar. Incluso necesita el permiso de su “sponsor” si quiere cambiar de trabajo. En ese caso, la segunda empresa pasaría a ser el “sponsor” si es que se pone de acuerdo con la primera. Todo ello, como el lector avispado habrá podido averiguar, puede generar tensas situaciones de abuso. En este caso, se juega a la lotería. Un “sponsor” que sea algo cabrón puede amargar la vida a un trabajador extranjero que, de alguna manera, se encuentra en un régimen de semi-esclavitud. He escuchado algunas historias duras al respecto, estos días.

Sin embargo, así mismo, Qatar es una tierra de oportunidades, hay una gran cola en India o Filipinas, por poner dos ejemplos, de personas que optan a trabajar allí. Los salarios son francamente superiores que en esos dos países y las cargas impositivas son definitivamente muy bajas. Hablando en plata, el trabajador puede estar unos años y ahorrar.

Así pues, ¿en qué quedamos? ¿Tierra de oportunidades o sociedad clasista que abusa del obrero emigrante? Probablemente ambas versiones sean válidas, y a menudo depende de la suerte que se tenga al encontrar “sponsor”.

Lo que sí está claro, y en eso el amigo Sandro Rosell no decía toda la verdad, es que Qatar no es una sociedad libre y democrática. El pueblo no elige a sus gobernantes, por poner un ejemplo. Claro que, con los tiempos que corren, en esta Europa tan resabiada nos queda la duda de si esta libertad es real o sólo en el papel, y aquí la fuerza no la tiene el Emir pero sí los poderes económicos establecidos. Y en cuanto a la elección del gobernante, hay un país llamado Italia que un buen día despertó con un nuevo presidente elegido a dedo. Lo que sí es la sociedad Qatarí, es racista y clasista. Otra cosa es si esta concepción de la sociedad resulta una idea establecida en las personas o un régimen social legalizado.

Por lo demás, el emirato lo gobierna una familia desde su independencia como protectorado británico, hace tan sólo 40 años, los Al-Thani. En 1995, Hammad Bin Khalifa Al-Thani le quitó el puesto de Emir a su padre, en un ejercicio propio de un Falcon Crest del Golfo Pérsico. Lo más cachondo es que el chaval se hizo con el poder mientras su viejales estaba de vacaciones en Suiza. Todo un show familiar. Y desde entonces, venga a amasar dinero. Por si alguien se lo piensa, un sueldo medio para un europeo, profesional especializado, que trabaje en este lugar es de unos 30000 riales qataríes al mes, limpios, lo que en euros suma la bonita cantidad de unos 6500 lereles… por si alguien se lo piensa…

Canciones:

Oasis: "Go Let It Out"
The Beach Boys: "You're So Good To Me"
The Smiths: "What Difference Does It Make"


jueves, 2 de agosto de 2012

Iggy (y 3)

Cierro mi particular trilogía sobre Iggy Pop y sus últimas historias recordando que la pasión de nuestro hombre por los standards jazzys y la música más tranquila no es algo que le venga de nuevo. De hecho, existen varias grabaciones en concierto de Iggy cantando el clasicazo "One For My Baby", que popularizara en su día Frank Sinatra. La primera vez que tuve constancia de esta versión (inusual, pensaba yo) fue cuando cayó en mis manos el disco "Nuggets", donde se recogen una serie de piezas registradas en diferentes conciertos de la iguana entre los 70's y primeros 80's. Ahí se encontraba una versión de este tema, con un sonido francamente infame, y que yo sepa, es la única grabación oficial u oficiosa que existe. En general, "Nuggets" tiene algunas canciones interesantes entre sus dos discos, pero ese sonido tan horroroso hace que nunca encuentre el momento para escucharlo. Ok, la música de Iggy Pop no requiere de una producción perfecta ni de una grabación minuciosa. Pero es que ese disco suena como el peor de los piratas, como si la banda estuviera tocando en el lavabo de tu casa, como si la grabación se hubiera hecho en el concierto con un teléfono móvil. Eso sí, me encanta su portada.

Me encanta esta portada!
De todas formas, en Youtube (quien necesita Spotify?) se encuentran algunas grabaciones de ese tema. Y de regalo, como sé que sois unos vagos y no os habéis parado a buscar ningún tema de "Préliminaires" o de "Après" a pesar de que os cantara sus excelencias en la entrada anterior, os dejo un par de píldoras, y ya me diréis...