viernes, 29 de diciembre de 2006

París

París es una ciudad a la que uno acude con la mente llena de mitos. Y lo mejor, es que una vez se ha pasado por ahí, el mito sigue siendo mito. Y es que París es mucho París. Yo, por mi parte, no os engañaré, estuve este año por vez primera, de turismo, unos pocos días. Si bien no era la primera vez que pasaba por allí, el año pasado perdí un tránsito en el aeropuerto Charles de Gaulle y tuve que quedarme una noche tirado.

Uno de mis objetivos era ver la tumba de Jim Morrison, en el cementerio de Père-Lachaise. Ok, no es muy original por mi parte, y sin embargo, quería hacerlo, como hacen miles de turistas, fans y curiosos de todo el mundo. Morrison sigue siendo un mito, mito de la música, de la rebeldía, de la contracultura, de la juventud y sobretodo, una figura rentable para empresarios que buscan el dinero de, especialmente, jóvenes idólatras. Todas estas definiciones serían discutibles, y entrar en discusiones de ese tipo sería totalmente estéril cuando lo que realmente apabulla es escuchar toda la música que grabó y toda la influencia que su personalidad tan especial tuvo, sobretodo en el rock. Todas sus otras facetas más mesiánicas son discutibles y se diluyen al escuchar una vez más "Touch Me".

Es curioso como Morrison huyó, literalmente, de los EEUU por temor a sus múltiples causas pendientes con la justicia por escándalos, y decidió instalarse en el mismo lugar donde vivieron aquellos escritores a los que tanto admiraba, a explotar su faceta de poeta. Evidentemente un tipo como Morrison no se exiliaría Roma o a Londres. Era 1971, y pocos meses después se le encontraba muerto en su bañera, con un diagnóstico de simple y llano paro cardíaco. Poco importan las causas, directas o indirectas, del mismo, Jim Morrison tenía demasiada querencia a las sustancias y el alcohol, y de burdamente sensacionalistas se pueden calificar las teorías conspirativas que se asocian a todas las muertes accidentales de estrellas del rock de los 60's.

El cementerio de Pére-Lachaise es un lugar algo degradado, que acoge centenares de tumbas y panteones, algunos de ellos con esa extraña belleza gótica, pero con una mayoría en bastante mal estado. Una placa en la puerta indica las tumbas de gente famosa, como Edith Piaf, Oscar Wilde, Chopin, y otros tal vez no tan famosos, entre ellos varios científicos, como Champolion (traductor de la piedra Rossetta), Gay-Lussac (los de ciencias recordarán la Ley de Boyle/Gay-Lussac de los gases) o La Place (que desarrolló la transformada de La Place, de infaustos recuerdos durante mi etapa universitaria). La afluencia del público es, pues, muy notable. Yo acudí un domingo por la mañana, en la única jornada soleada que el cielo parisino me brindó, por lo que el factor gótico se fué al traste.

La tumba de Jim Morrison es, como me esperaba, uno de los sitios en peor estado. No es una tumba grande ni especialmente bien situada, pero siempre tiene flores, velas, mensajes escritos y otros objetos más profanos como colillas de porro. En alguna fotografía había llegado a ver un pequeño busto, pero supongo que lo habría robado algún fan exaltado, de hecho, apenas está la lápida inscrita y poca cosa más. Si me esperaba solemnidad, que no era el caso, estaba equivocado.

La tumba de Jim Morrison... o lo que queda de ella

Sin embargo me gustó rendir ese pequeño tributo a uno de los más grandes, ya digo, independientemente de todas las connotaciones extra musicales, que para eso haría falta otra entrada entera. Sin embargo, viendo ese lugar, no me extraña que, por ejemplo, el sitio donde reposan las cenizas de Kurt Cobain no se haya hecho público. Y es que Morrison siempre ha tenido mucho tirón, ya digo, por esa aureola fuera de su faceta estrictamente musical, que hace que su tumba sea lugar de peregrinación, pero no la de, por ejemplo, Brian Jones.

Finalmente, un par de apuntes. Todo el mundo visualiza esas imágenes clásicas del Jim Morrison más arrogante, joven y bello del 1967, pero el Jim Morrison que murió en 1971 se le veía, a sus 27 años, un aspecto envejecido e hinchado, más acorde con el poeta que con el Adonis. Se dice que el padre de James Douglas (Jim) Morrison sacó el cuerpo del cementerio para llevárselo a un lugar privado de EEUU, aunque los responsables del cementerio de Pére Lachaise lo niegan rotundamente. Qué van a decir, por otra parte, cuando resulta ser uno de los lugares más visitados (algunas fuentes dicen que el cuarto) de París.

Jim Morrison, a los 27 años

Canciones:

Soundgarden: "Jesuschrist pose"
Diamond Dogs: "Anywhere tonight"
David Bowie: "Life on Mars?"



2 comentarios:

Anónimo dijo...

Tienes suerte de haber podido ir en un día soleado, porque aunque con tanta luminosidad la atmósfera sea menos romántica, cuando el tiempo es tormentoso cierran el cementerio. Troutman y yo (y unos italianos algo cabreadillos) nos quedamos sin poder entrar por ese motivo. La verdad es que yo casi lo agradecí, porque estaba empezando a llover y porque hacía tantísimo viento que no creo que quedara ninguna lápida, cruz o ciprés en pie.

kar dijo...

... visto así, desde luego que fue una suerte... aunque lo reconozco, hay que echarle algo de fantasía para que ese lugar transmita algo de interés especial, está un poco hecho polvo, todo en general, y esa tumba en particular