domingo, 4 de febrero de 2007

traumatología

Hay dos cosas de las que no me gusta que se haga mofa, y esas son las gafas y la calvicie. Ahora todo el mundo pensará: claro, el amigo Kar es un calvo con gafas. Pues no. O por lo menos no, de momento. Pero me parecen dos putadas de la naturaleza. Sí, alguien podría pensar que peor es hacer burla de, no sé, cualquier tipo de minusvalía física o psíquica. Puede ser. Pero no me molesta. Yo soy así.

Evidentemente todo tiene que ver con traumas infantiles y adolescentes, claro. Yo llevé gafas desde que tenía 8 años hasta que cumplí los 17 y pude ponerme lentillas. Para mí, miope practicante, el tema de depender de las gafas era un putadón. Cuando eres crío, te obligan a andar con cuidado que no se rompan, claro, y con ellas, la economía mensual familiar. Te las puedes quitar para jugar, pero no ves nada. Eso por no hablar de las típicas peleas entre niños, de esos humillantes "no te pego porque llevas gafas" o de esa amenaza (como si no hubiera otra peor) de "a que te rompo las gafas". Cuando creces y entras en la edad del pavo, te toca sumar al acné y el aspecto extraño de hombrecito en crecimiento unas maravillosas gafas, para darte cuenta de que el tema ligar (máxima aspiración del adolescente), chungo.

Lo dicho, en cuanto pude, me puse lentillas, que mejoran el asunto, claro, pero definitivamente, mi operación de miopía en cuanto llegué a la edad necesaria fue la pasta mejor invertida de mi vida. Por supuesto, ahora pensaréis que si soy un exagerado, que si no es para tanto. Ahora es incluso guay llevar unas gafas (preferentemente de pasta negra) rollo bohemio intelectualoide en determinadas situaciones. Mis traumas son míos y hago con ellos lo que quiero.

Otro que tal...

El tema de la calvicie hubo un tiempo que me obsesionó. Lo cierto es que la genética me precedía, y desde que estudié en ciencias naturales las leyes de Mendel, me comencé a preocupar. Y desde que tuve 16, y durante unos años, edad en la que el pelo comienza a caerse, me comencé a emparanoiar con ser un veinteañero calvo... sí, todos conocemos alguno. No voy a explicar mis miserias al respecto, sólo remarcar que fue un tema que me puteaba mucho por entonces. Lo paradójico, y extraño, es que hoy, con 27, mantengo una mata de pelo considerable, lo cual no quita que en unos años desaparezca, pero viendo a muchos de los integrantes de mi quinta (o incluso menores), me puedo dar más que por satisfecho. La estúpida superstición Murphyniana me hace temer que será darle al botón de "publicar" el texto y comenzar a sufrir una caída brutal que me transforme en Phil Collins. Pero como ya soy mayorcito, creo que sería hora de afrontarlo... rapándome al cero, claro.

Canciones:

Kiss: "Strutter"
Danzing: "Mother"
Gram Parsons: "She"

4 comentarios:

Anónimo dijo...

y como no mencionar el trauma que suponía para los padres unas gafas rotas o perdidas (pq te las quitabas para jugar y olvidabas recogerlas), amen de la gran bronca que te metían... y ahora, me paso el día oyendo a mis padres "donde estan mis gafas, tu las has visto?", o tengo que ver como se les caen constantemente o las rompen, paradojas del destino.
como ves yo tb tengo un trauma.
Lae

kar dijo...

ese momento bronca era un buen momento para ponerse trascendetal y decir "la propiedad privada es un bien efímero"

Anónimo dijo...

Yo si me quedo calva, y con todo el pelo que se me cae por el estrés no es dificil, no me voy a rapar, pienso dejarme un peinado molón a lo Juan Tamariz, si es posible. Si no, me peinaré a lo Anasagasti que también me parece una solución dignísima.
En cuanto a las gafas, me operé hace unos meses y soy feliz.

kar dijo...

la felicidad está en el laser...

fmdo.

Asociación de ex-miopes