Esta
es una historia de hace unos años. De cuando yo tenía... veamos...
debían ser unos doce años, por lo que dos décadas han pasado. Dato
irrelevante para darle un aire de importancia al tema. La cosa va de
cuando me aficioné al reggae. Es curioso, porque fue un género que
odié durante mucho tiempo, y con el que me he ido reconciliando poco
a poco.
Pues
a lo que iba. Tenía yo doce años, y unas ganas de estar en la calle
con mis amigos que ni os imagináis. Es esa una edad complicada, ya
no sales “a jugar”, aunque la mayoría de las veces acabes
haciéndolo. Sales a reunirte con una manada que consideras
importante. A sociabilizarte con el grupo. A hablar con tus amigos
para no sentirte solo. Qué se yo. El caso es que por aquél entonces
me juntaba con otros niños diferentes a mi grupito habitual, lo
cuál, tratándose de mí, era toda una rareza. Una cuestión de
necesidad, en realidad. En el barrio habían los niños que tenían
un pueblo, una torre o un camping, dicho así, expresando la
propiedad. Eso significaba que en puentes, vacaciones o,
sencillamente, a menudo, en un fin de semana vulgar, desaparecían
del barrio para ir a esos lugares lejanos en los que se hacían cosas
tan distintas y que tan buenos ratos les proporcionaban. La cosa se
ponía especialmente dramática en períodos vacacionales, como la
semana santa. En semana santa, en el barrio no quedaba ni dios. Y los
pocos desperdigados que quedábamos, forzosamente, nos juntábamos.
Éramos
tres o cuatro chavales de doce años, todos de mi clase. Luego había
un vecino de uno de nosotros, Carlos, debía tener unos catorce años.
Esta diferencia de edad, esos dos años, cuando se tienen doce,
resulta francamente significativa. Carlos, por otra parte, parecía
disfrutar un poco de ese cierto liderazgo y paternalismo que su edad
le proporcionaba.
Carlos
estaba obsesionado con el reggae en general, y con, obviamente, Bob
Marley en particular. En aquél momento yo todavía no tenía gran
criterio musical, y conocía mucho más la imagen de Bob Marley,
celebérrima con sus rastas y su barba, que su música. A su vez,
Carlos recibía esa influencia jamaicana en lo musical de un amigo
suyo, algo mayor que él, tendría unos dieciséis, y que a veces se
dejaba caer con nosotros. Dieciséis años eran, claro, una edad más
que respetable para mí y mis cuatro camaradas. El chico en cuestión
tenía un nombre muy característico, que nunca olvidaré. Se llamaba
Washington, creo que su madre era sudamericana, si bien él era de
piel muy blanca, pelo rubio y ojos azules. Carlos solía llamarle
Washi, y nosotros, no le llamábamos. Simplemente apenas interactuaba
con nosotros. Recuerdo una chica del barrio que refiriéndose a él,
y olvidando su nombre, o haciendo ver que no lo recordaba, le llamó
Honolulu. Ok, ésa era la clase de broma que nunca hubiéramos hecho
sobre Washington y su peculiar nombre, ni a sus espaldas, ni
muchísimo menos frente a él.
Washington,
y eso es algo que puedo entender ahora, pero no entonces, era, o
pretendía ser, una suerte de skinhead, de los skinheads antes que
ese término se hiciera propiedad de gorilas de barrio
pseudofascistas y racistas aficionados. Él era de los que flipaban
con la música jamaicana y el ska. Lo recuerdo como si fuera hoy, con
sus gafas de pasta marrón, el pelo muy corto con el rictus muy serio
y fumando. Tenía un cierto aire a Ali Campbell de UB40. Fue
Washington el que introducía, poco a poco, a Carlos en las
sonoridades reggae, y éste, de paso, nos iba instruyendo a nosotros,
su pequeña cuadrilla cadete.
Así
fue como acabó en mis manos un casette recopilatorio, no recuerdo
muy bien si se titulaba “Reggae, Reggae” o simplemente, “Lo
Mejor Del Reggae”. Esa cinta pasó por todos nosotros, y por
supuesto, me la grabé. Bueno, visto hoy en día, parece que hable
del paleolítico, y sin embargo, qué manera más buena de escuchar
música. La recopilación en cuestión resultaba ser un batiburrillo
de temas que pasaban desde el reggae más asquerosamente típico
hasta ese reggae-pop de radiofórmula. Por ejemplo, una de las
canciones que contenía era un single que acababa de sacar Rita
Marley y que fue medio popular en las radios españolas durante dos o
tres semanas.
¿Y
qué más? Pues clásicos como “You Can Get It If You Really Want”
de Jimmy Cliff, horteradas como “Gimme hope (Johanna)” de Eddy
Grant, temas metidos con calzador como “Dreadlock holiday” de
10CC y un jitazo de mi vida, “Sweat (a-la-la-la-la-long)” de Inner Circle.
Escuché
esa cinta cientos de veces, probablemente más de una dosis
recomendada, es posible que fuera lo que acabara causando mi
mencionado rechazo hacia el reggae, que me duró hasta hace
relativamente poco. Al final, y sin ninguna razón en particular,
después de varias semanas, tal vez meses, de ser uña y carne, de
ser manada, de ser una banda, Carlos y su Brat Pack nos separamos,
Washington desapareció, y el reggae salió de mi vida, aunque
aquella cinta, con su nombre escrito en rotulador de colores y sus
títulos manuscritos en la etiqueta, estuvo durante muchos años por
mi habitación.
Hoy,
sin saber por qué, he recordado esa vieja canción de Rita Marley, y
me he acordado de esa cinta, y de esa historia.
Canciones:
Rita
Marley:”One Draw”
Johnny
Cash: “There ain't no grave”
Placebo:
“Pure Morning”
7 comentarios:
Gran historia. Mi contacto con el Reggae también vino mediante cintas que me daba mi tío Jesús. Un tío genial pero que tiene pinta más de oficinista o vendedor de zapatos (lo que es) que de rastaman.
Guste o no esta música, lo que está claro es que parece facil al oído pero que luego hay que ver a muchas bandas intentado hacer Reggae para confirmar que hay que tener un algo especial...
¡Slaudos!
Uf, no quedan tan lejos los años en los que la gente se grababa cintas. Aún recuerdo los tiempos reggae de mi hermano, con sus banderitas, posters de Bob, documentales de Bob, cintas grabadas y, cómo no, los porros xD
Ja! Otro niño sin pueblo... ya hablamos de esto un día. Parece una tontería, pero a mí esto me frustraba y acomplejaba cosa mala, y encima los niños me miraban raro. Agosto era un mes especialmente duro es este aspecto, aunque empecé a pillarle el gustillo a tener la piscina comunitaria a mi disposición, y poder echar la siesta en mi colchoneta de astronauta (de Toi, of course).
Nunca he sido muy de reggae, quizás porque no he topado con gente que pudiera introducirme en el estilo correctamente.
Las cintas recopilatorias, qué bueno. Otra de las cosas que recordaba hace unos días. Las escuchábamos hasta la saciedad.
En mi caso fue una cinta que me grabó mi vecino "heavy" cuando yo tenía 10-11 años. Lo típico, más mayor, no sabes si te gusta o lo admiras porque sabe mucho. El caso es que la cinta tenía temas de Maiden, pero el resto era Aerosmith, Status Quo, Whitesnake...muuuuy light! Guardé la cinta muchísimos años, qué gracia, era de Super Pop! Mi maestro se dejó arrastrar por el mainstream, se volcó en el fútbol, y dejó de ser tan listo y tan cool.
Yo era la niña que vivía en el pueblo del camping, o la torre..y que sólo veía a los niños en findes o festivos...
Qué complementario
Yo, en la época que me dio por el reggae..me compré una camiseta de B.Marley..que aun hoy no me puedo poner de lo gigante que me está...No sé en qué demonios estaba pensando aquella época...
"yimijó, yoguana yimi jó, yoguanaaaa"
sería una horterada pero todavía resuena esa canción en mi cabeza y de crio me molaba, es más, recuerdo dónde y cuando la escuché infinidad de veces aquel verano... memoria asociativa creo que lo llaman.
Debe ser lo más reggae que tolero, eso y un grupo actual de Maryland que fusiona ese estilo con el funk y stoner rock, muy originales. Se llaman LIONIZE y te recomiendo su disco "Destruction Manual" (2011). Prueba por si acaso.
Saludos.
VÍCTOR HUGO, eso mola, tipos que en apariencia son, y con perdón de tu tío, tipos grises, que luego resulta que tienen un rastaman en el interior. Del mismo modo que es muy fácil toparse con gente que son todo fachada y looks arrebatadores y presencia en conciertos u antros para acabar siendo personas sin la menor inquietud. En lo que a bandas que tontean con el reggae, quitando a los Stones, casi todas han fracasado estrepitosamente.
DANI, ¿de veras crees que no queda tan lejos? no sé... en fin, la figura de Bob Marley siempre me ha parecido curiosa, como esa beatificación, como esa especie de santón para el tercer mundo y arrabales del primero, cuando era de lo más contradictorio. Pero ya lo he dicho, tras años de odiarle a él y a su "movimiento" a muerte, me reconcilié con su música.
TOI BROWNSTONE, piscina comunitaria, querida, eso vale por una soledad en el barrio. No he entendido lo de la cinta, te la grabó tu vecino pero era de Súper Pop? En fin, queda claro que las cintas eran molonas, eso sí.
ROGUE, pues mira, como urbanita y niño de ciudad, ése que dices es un punto de vista que nunca me había planteado, el de los niños de los pueblos a los que acudían la chavalería de ciudad...
KARLAM, sí, estoy de acuerdo, Eddy Grant tenía esa extraña capacidad de inyectarte sus canciones en el cerebro para no salir jamás de él. Acabé un poco saturado de la dichosa Johanna, pero "Electric Avenue" todavía me gustan. Gracias por la recomendación, les daré un tiento.
Saludos a tod@s
Perdona por no haberme expresado bien (escribí mi respuesta desde el curro un poco del escaqueo). La cinta fue virgen en algún momento (copié mil cosas antes), pero recuerdo que la regalaban con un número de la ya extinta la revista que me tocó comprar, cuando nos turnábamos entre varias amigas para adquirirla. El diseño era horroroso, con el logo de la revista en rojo y otros dibujos super horteras. Qué cosas!
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