Ok,
una vez más, mis planes respecto a las entradas del blog se ven
truncados. No, hoy no pensaba hablar de sueños... pero es que el de
anoche... tuvo su aquél. Diablos, merece ser contado. Y comenzaré
diciendo que anoche, la noche del sábado, vuestro buen amigo Kar,
este aprendiz de juntaletras, se fue de parranda con los amigotes.
Nada, un plan sencillo, cuatro caballeros degustando combinados
espirituosos y compartiendo amigable charla mientras las melodías
fluían en el salón. Para qué contar más. Luego, a esa hora en la
que las personas de bien ya están a punto de levantarse, y con algo
más de alcohol en el cuerpo del que debiera, me fuí a dormir.
Este
dato de mi actividad sabatina, completamente irrelevante a priori,
parece ser el eje central de lo que acabó aconteciendo en mi cabeza
durante esa liberación mental que resulta ser el sueño, donde las
cosas fluyen sin el férreo control que las circunstancias y la ética
ejercen sobre nuestros pensamientos y actos.
Así
que mi sueño, o por lo menos, la parte que recuerdo, comienza
entrando, con mis tres camaradas de anoche, en lo que parece ser una
celebración yakuza. Exactamente, me refiero a la mafia japonesa.
Parece una boda, como si la hija del gran jefe se casara. O algo así.
Nosotros vamos vestidos como la ocasión se merece, traje oscuro
impecable y camisa blanca. Hay una gran mesa, muy baja, y estamos
todos sentados a su alrededor, sobre cojines. Somos los únicos
occidentales de la sala. Todos los demás son japoneses
perfectamente trajeados, excepto la novia, la única mujer, vestida
con un kimono blanco.
La víctima |
En
el transcurso del banquete, nuestro superior jerárquico en la
estructura del grupo nos llama a una habitación aparte. Tenemos un
trabajo que hacer. Al parecer, han pillado a un traidor, que merece
un castigo. Nos conducen por un par de estancias de imaginería
japonesa clásica, en maderas, paredes de papel y puertas correderas.
Y en una de ellas, allí está, el traidor, que resulta tener el
aspecto que Charlton Heston en la peli “Khartoum”, pelo corto y
bigote. Este dato sí que me parece inquietante, pues no recuerdo
haber visto “Khartoum”, o por lo menos, no en los últimos 20
años.
En
cualquiera de los casos, hay que acabar con él, y para ello, nos dan
unas sierras radiales de mano, de esas que son como un taladro Black
& Dekker pero con la rueda dentada. Y los cuatro la emprendemos
contra el pobre infeliz, que, naturalmente, muere a la primera de
cambio. Pero no es suficiente, con nuestras sierras le vamos
troceando hasta mutilarle. Y reconozco que esta parte del sueño se
me hizo dura, me daba penica el pobre Charlton. La compasión, sin
embargo, se quedó de puertas adentro, ya que acabé la faena como se
me había encomendado.
Y como sucede en los sueños, tal como empiezan, se acaban, y tras
esta misión cumplida, todo se desvaneció, y ya no recuerdo nada
más. Sí que diré que me preocupa conocer qué extraño resorte me
llevó a unirme en sueños a un grupo mafioso japonés y acabar
descuartizando a un fulano.
Canciones:
Mott
The Hopple: “The Ballad Of Mott The Hopple”
The
Prodigy: “Breathe”
Screamin'
Cheeta Wheelies: “Boogie King”
3 comentarios:
Que yo sepa no he matado, y menos aún descuartizado, a alguien en mis sueños. Como mucho pegar a alguien, y algo muy muy recurrente, al hacerlo no atinar o no hacerle daño.
Lo curioso y fuerte ya no es solo eso, es el hecho de que aguantaras el proceso de descuartizamiento sin despertarte, para luego no llegar a saber el premio por tu labor, y recibir las alabanzas por ello.
Es si, muy exótico el tema y ambientado. Me imagino el local de Kill Bill I.
Nunca has soñado con descuartizar? tú te lo pierdes...
Sí, un poco Kill Bill sí que era...
Estoy empezando a pensar que más que el rollito Draper, te pega más mi amigo Pat Bateman.
Publicar un comentario