Leía con estupor no hace mucho una chorrada en forma de noticia, en la que se hablaba de que los mánagers de ciertos jugadores de la NBA recomendaban a sus representados que lucieran gafas, aunque fueran no graduadas, fuera de las canchas. Preferentemente de pasta negra. Esto último no lo venía en la noticia, me lo saco de la manga. Como fuere, la finalidad de tal consejo estético estaba en proyectar una imagen de inteligencia y erudición, lo cuál, en unos tipos enormes que pesan más de cien kilos, lo que en la edad media se hubiera llamado sin ningún género de dudas “gigante”, parece ser necesario. Cosas de los cuentos infantiles y de la Disney como gran perversora de mentes y perpetuadora de estereotipos y mentalidades. Un gigantón era un ser burdo, tontuelo, con mala leche pero sin la capacidad mental como para ser malvado. Un enano podía ser listo y taimado, pero ¿un gigante? No, ellos eran bobos. ¿Y qué hay mejor que unas buenas gafas para poder paliar esa imagen de tonto? Todo el mundo sabe que los tipos que llevan gafas son listos. Pueden ser torpes, bobalicones, obsesivo-compulsivos, desequilibrados emocionales… pero amigo, llevan gafas… seguro que son capaces de resolver integrales diferenciales mientras plantan un pino en el lavabo.
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2 comentarios:
Lo de la modita de llevar gafas tochísimas de colorines y a veces sin cristal me parece una imbecilidad enorme:) ¡Saludos!
VICTOR HUGO, amigo, redirigete a la nueva dirección del blog y deja los comentarios allí, por favor, que este lo voy a cerrar pronto! Gracias!
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