Aunque hayan pasado unos días, no me olvido del concierto de Guns n’ Roses de la semana pasada. Pero sí quisiera matizar una serie de cuestiones que expuse en la entrada anterior. Y es que reconozco que quizás daba la impresión de tener una posición algo beligerante. Será esa fase zen por la que estoy pasando, que me lleva a querer matizar. Por lo que a mí respecta, un concierto es como una fiesta. Para un fan, me refiero. De modo que se trata de pasarlo bien, ya sea cantando, bailando, saltando o bebiendo. Con ello quiero decir que tengamos claro que no me importa si los tipos de enfrente saltan enloquecidos por el furor de un tema y en esas, recibo algún que otro empujón. Igual soy yo el que otro día saltaré. Y lo entiendo como parte de la, digamos, liturgia.
Lo de la gente que se da paseos por la pista en busca de bebida, tratando de colarse por el mínimo espacio entre mi persona y quien tengo delante, eso ya me cabrea más, la verdad. Como también me cabrea la gente que en una discoteca pretende pasar y para ello te pone el brazo encima, como para apartarte... ¿de verdad es necesario que me toquen o me froten su lomo sudoroso? Lo mismo va por aquellos que van a un concierto y pasan absolutamente de la banda para dedicarse a estar de charleta. Eso es más irritante en una sala pequeña. Y uno se pregunta si de verdad han pagado una entrada para hacer lo que podrían hacer en un bar, más cómodamente y a un precio más barato. Pueden ser invitados, claro, esa clase de subraza humana que, no se sabe cómo, reciben un pase gratuíto. Son situaciones extrañas. El sábado, en Badalona, delante mío pasaron por taquilla dos chavalitas que recogían invitaciones. Eran dos niñas de ventitantos, supermonísimas de la muerte, arregladitas como para darlo todo en el Luz de Gas, pero, y permitidme le más ruín de los prejuicios, no parecían tener "Rocket Queen" como canción favorita de la historia. Quién o qué les hizo llegar esos pases gratis, es algo que desconozco. Claro que también me hubiera encantado ver el público que se reunió en el Club Soma de Barcelona, donde, por lo que parece ser, los Guns n' Roses hicieron un show privado después del concierto abierto para los mortales. Curiosidad, ya sabéis.
Chis Cornell antes de cantar para James Bond
Volviendo al tema de los conciertos, he ido a muchos en mi vida. Algunos por pura devoción de fan, otros, simplemente, a probar a ver qué tal. Pero por lo general me los suelo tomar como una experiencia especial, no siempre se puede disfrutar de tener a Keith Richards a unos metros de tus ojos. Por eso, aunque tomarse un par de copichuelas para caldear el ambiente está bien, especialmente en según qué conciertos, nunca me emborracho en ellos. Será que todavía me queda esa actitud de ocasión excepcional la de tener a ciertos músicos sobre las tablas (aunque hoy en día la cosa ha mejorado mucho, hace unos años jamás hubiera apostado que vería a Kiss por 2 ocasiones), será ese precio bordeando el ridículo que tienen las entradas (hoy estaba buscando entradas para Jamie Cullum en Barcelona y la más barata costaba 75€... me gusta Cullum pero no tanto) pero intento estar, si he bebido, con un grado de alcohol que me permita enterarme y disfrutar del concierto. Ojo, no digo que ciertos conciertos, con una tasa alcohólica considerable, no puedan ser muy disfrutables. Pero yo lo prefiero así. Recuerdo a un conocido que fue al único concierto que Soundgarden han hecho en Barcelona, gira de "Down On The Upside", sería 1996 o algo así. El grupo de amigos quedaron antes y se pusieron tibios, el tipo aquél, particularmente, le dió al alpiste cosa fina. Y tanto es así que cuando Cornell, Cameron, Thayil y Sheperd salieron a escena, apenas se tenía en pie, y se pasó medio concierto dormido, y puso la guinda al pastel meándose en los pantalones. Y yo, que no fuí (por alguna estúpida razón) a ese concierto, no dejo de pensar en el desperdicio de tener a una banda histórica en un momento cúspide y no enterarse de nada. Aunque qué sé yo, también puede ser que la combinación de música más ambiente más efectos de las sustancias le hubieran hecho pasar una gran noche. A pesar de que no tenga recuerdos de casi nada.
Canciones:
Jeff Buckley: "Lilac Wine"
Oasis: "Whatever"
Guns n' Roses: "Rocket Queen"
5 comentarios:
Cuando me he emborrachado en un concierto, luego lo he lamentado. No he llegado a mearme en los pantalones, pero tengo grandes lagunas de un show de Uzzhuaia en Bikini y no recuerdo nada del de Alice Cooper en un Azkena. Que gilipollas. Un par de cervezas antes del show y si me apuras hasta un chupito de whisky, son una buena manera de calentar un show, para subir un puntito tu euforia. Pero no hay que cruzar la línea. Aunque no te lo creas, si que hay gente que paga 55 euros por un concierto y luego se dedica a cotorrear. Yo mismo no estuve atento a "Knockin' on Heaven's Door" este sábado por culpa de un colega, que decidió contarme su vida en esos momentos. Es de los que sólo va a los conciertos de arena rock, ya me entiendes. Como no le veía hacía mucho, no le hice callar. Tb fue al lavabo y te empujó un par de veces al ir buscar birras, jeje.
Las sustancias pueden joder un concierto. Sin duda... Pero yo siempre tengo por costumbre beber un poco para calentarme. A veces, ese poco se convierte en demasiado por otras causas (no haber comido en todo el día por ejemplo) y el resultado no es nada recomenable.
Creo que lo mejor es tomar unas cervezas antes y como mucho un cubata con Red-bull antes de comenzar. No más.
Un concierto que iba puestísimo que recuerdo plenamete y fue una grata eperiencia fueron los Stooges en el Azkena. Pero es un caso aislado.
Borrachera total y conciertos sólo casan bien con grupos patrios en fiestas de pueblo.
Yo jamás me he emborrachado en un concierto ni tengo intentción alguna de hacerlo. no controlo la ingesta lo suficiente como dar con el punto exacto, y para pasarme el rato mareada y meándome cada 5 minutos, paso.
Pues... pues sí. Pagar cincuenta euracos por una entrada para, total, ponerse igualmente ciego, es un poco triste. Lo de cosas como mearse encima ya directamente atenta contra la dignidad humana. Opino como Wen. El caso es que como tampoco soy de multitudes y por aquí no hay prácticamente conciertos tampoco me he visto en esas de tener a un grupo de garrulos pegando saltos y no dejándote ver y de paso espachurrándote. Y luego como el rock se ha convertido en algo "vintage" la gente que va a los AC/DC, Metallica o Guns de turno para hacerse el guay sin tener ni idea de qué cojones está viendo, como si yo fuese a la ópera con monóculo y traje.
Las del pase con invitación ya sabes lo que hicieron para conseguirlo xD Pero bueno, lo que sí es una putada y te entiendo es lo de Soundgarden. Aunque igual hay suerte y vuelven a Europa, ahora parece que todo es posible en el Cornellworld.
SAMMY, bueno, probablemente tu amigo también recibiría algún que otro codazo por mi parte... jejeje... comentario interesante este de la gente que sólo acude a los conciertos de arena rock, ahora parecen estar de moda.
ANXL, un concierto como el de los Stooges, con el depósito lo suficientemente lleno, es muy disfrutable, claro que sí, pero ojo al detalle de "suficientemente"... tu apunte de unas cervezas y/o un cubata con Red Bull (algún día debería hablar de esa mierda) me parece acertado, la medida suficiente.
WEN, el detalle de la incontinencia es bueno, os confesaré una cosa, mis riñones funcionan a la prefección, y a la que bebo alcohol, mis visitas al baño se multiplican, así que esto lo haría incompatible con poder disfrutar dl show.
AITOR, aunque la moda de acudir a los conciertos de clásicos del hard rock o del rock está bien en tanto te aseguras de que no habrá pinchazo de entrada, como ocurrió hará unos años con The Who (!!!??) en BCN, con lo que eso conlleva, que nunca más se planteen tocar por aquí, cada vez hay más gente chunga en esos conciertos. Pero bueno, como moda que es, tal como vino, se irá, eso seguro.
saludos, besos y abrazos
Publicar un comentario