Segundo día y segunda entrada. Como mañana toca madrugón, espero que no os importe que pida algo de ayuda para estas líneas. Y no, no me refiero a los 200 chimpancés amaestrados que me suelen escribir estos textos, ya que hoy les he dado fiesta commemorando el 35 aniversario del estreno de "El Planeta de los Simios". Me refiero a Kiko Amat, escritor del que ya os he hablado en un par de ocasiones, coincidiendo con la lectura de dos de sus libros. Como quiera que ya le he hecho suficiente publicidad, no creo que le importe demasiado que le cite. Y también pedir la ayuda de los Four Tops, uno de los combos de soul definitivos. Y con ellos, Bernadette, la Bernarda, más cerca a la del coño que a la santurrona de la película. Escuchemos a los Four Tops y dejemos que sea Amat quien continúe:
"(...) Era Bernadette de los Four Tops, una de mis canciones favoritas. Cuando estaba con Eleonor, y creía que ella era mi Mujer Escarlata, siempre le cantaba esa estrofa. Bernadette, la gente busca el amor que nosotros ya tenemos. También canté Bernadette las dos ocasiones que Eleonor me dejó: la historia de un hombre enamorado que nota la envidia, la falsa amistad de los que le rodean. (...) Lo cierto es que Bernadette no tiene un toque tan apocalíptico como el que le daba yo. En la letra original, nada hace pensar que Bernadette vaya a hacer las maletas cuando termine la canción. Bernadette no tiene la culpa de toda esa angustia. (...) Hay una pausa hacia el final de Bernadette que hiela las venas. Todos los instrumentos dejan de sonar y parece que termina la canción. Pero no. De la nada aparece una voz, la del cantante Levi Stubbs, y de algún modo sabes que esa voz lleva lágrimas, cargadas como mochilas en sus omoplatos. Cuando Stubbs rompe el silencio casi puedes ver sus ojos empantanados y rojizos, con embalses en los lados. (...)
"(...) Era Bernadette de los Four Tops, una de mis canciones favoritas. Cuando estaba con Eleonor, y creía que ella era mi Mujer Escarlata, siempre le cantaba esa estrofa. Bernadette, la gente busca el amor que nosotros ya tenemos. También canté Bernadette las dos ocasiones que Eleonor me dejó: la historia de un hombre enamorado que nota la envidia, la falsa amistad de los que le rodean. (...) Lo cierto es que Bernadette no tiene un toque tan apocalíptico como el que le daba yo. En la letra original, nada hace pensar que Bernadette vaya a hacer las maletas cuando termine la canción. Bernadette no tiene la culpa de toda esa angustia. (...) Hay una pausa hacia el final de Bernadette que hiela las venas. Todos los instrumentos dejan de sonar y parece que termina la canción. Pero no. De la nada aparece una voz, la del cantante Levi Stubbs, y de algún modo sabes que esa voz lleva lágrimas, cargadas como mochilas en sus omoplatos. Cuando Stubbs rompe el silencio casi puedes ver sus ojos empantanados y rojizos, con embalses en los lados. (...)
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