Es una ocasión singular la de que deba pasar una semana en la Costa Este y otra en la Costa Oeste, como para dejar escapar la oportunidad de pasar un fin de semana en Los Angeles. Así que allí estaba el viernes, en esa tesitura del viaje completamente en solitario, cual Neil Cassidy y Dean Moriarty de la generación MTV. El vuelo de Washington D.C. a L.A. fue el más chungo que he vivido en mucho tiempo. Imaginad un avión con tres filas de asientos: 2 a un lado, 5 en el centro y 2 al otro. Obviamente, el azar o el jodido Murphy hizo que me tocara en el medio de todo. 5 horas encajonado. El horror.
Pero bueno, el fin era lo que contaba. Al llegar a L.A., vuestro viejo amigo Kar el Paleto hizo de nuevo aparición estelar, esta vez a la hora de alquilar un coche. Noche en la ciudad, y yo con un coche automático, con 3 posiciones de palanca de cambios: paro, adelante y atrás. Hasta ahí todo fácil, salvo el hecho de no saber qué hacer con el pié izquierdo. El navegador también a punto: aventura sí, pero no me apetecía perderme y aparecer en Copton o South Central rodeado de negros con recortadas. El caso es que el coche, aunque automático, también tenía una opción de ponerlo en modo manual, y aunque no tuviera embrage, poder entrar las marchas manualmente. Pues sí, amigos, lo habéis adivinado: sin saber cómo, puse el coche en modo manual e hice todo el trayecto en primera, poniéndome por momentos a 90 km/h. Ya decía yo que esa escandalera que armaba el motor no era normal, por más automático que fuera el coche...
En fin, llegué sano y salvo a un cutre hotel que tenía en Sunset Strip, donde digamos que no necesitaba el inglés para nada. Era noche, y para mí, con mis tres horas de diferencia de costa a costa, más de noche. Me había levantado a las 6h y para mí eran las 3AM, así que decidí cenar y dormir. Pero para cenar, no iba a ir a cualquier sitio: me fuí a cenar al mítico Rainbow Bar & Grill. Y allí estaba, en el mismo lugar en el que Axl y sus huestes grabaron la ficticia despedida de soltero para el vídeo de November Rain, o donde los Led Zeppelin la liaban parda. Pues la verdad es que no se come nada mal. Una hamburguesa grasienta mientras escuchaba jitazos de Poison o de Alice Cooper. Una cervecita, y a la cama, que ya no podía con mi alma.
El día siguiente prometía ser intenso. Aunque una vez más no tuve suerte a nivel de conciertos. Ese fin de semana se celebraba el festival de Coachela, que acaparaba todas las miradas, y claro, ningún promotor quiso programar un concierto interesante ese finde. Por un momento me tentó el ir a ver a Paul McCartney al festival, pero los 200$ me frenaron (para el viernes no había a la venta entradas de un día). Otra vez será... y os adelanto que tal como están los acontecimientos, habrá más veces.
El sábado dormí hasta que el sol ya no me dejó alargar el suenyo... jodidos americanos, el concepto "persianas" no existe para ellos! Y mi primer objetivo era Amoeba Records, enorme tienda de discos con un material de segunda mano potentísimo. Y también de vinilos, pero no me quise arriesgar a que mis vinilos sufrieran la "delicadeza" del personal de handling del aeropuerto, así que sólo CD's. Es cuestión de paciencia y de remenar entre cientos de pedazos de mierda en forma de CD para encontrar algunas cosas muy interesantes a precios ridículos: Rolling Stones, REM, Spacehog, Kid Rock... aproveché también para comprar el nuevo disco del gran Chris Isaak, que todavía no había visto en las tiendas espanyolas. Y luego, pues nada, un paseíto por Hollywood Avenue, subir y bajar Sunset Strip, y con eso se me hizo toda la manyana. Hay que recordar que L.A. es muy grande, que cualquier desplazamiento requiere tiempo, y luego está el problema del aparcamiento. En esa ciudad es imposible dejar el coche en la calle. Así que nada, a pagar se ha dicho.
La comida, como no podía ser de otro modo, fue una enorme hamburguesa de la mejor cadena de ese país, Jack In The Box (aaarrrrggghhhhh), regada con Dr. Pepper's, en mi particular homenaje al mundo del Chinese Democracy. No había probado nunca esa bebida, y es extranyamente adictiva, será por lo dulzón. Y con un sol de justicia (debían rondar los 32°) enfilé hacia Venice Beach. Pero eso os lo cuento otro día.
Pero bueno, el fin era lo que contaba. Al llegar a L.A., vuestro viejo amigo Kar el Paleto hizo de nuevo aparición estelar, esta vez a la hora de alquilar un coche. Noche en la ciudad, y yo con un coche automático, con 3 posiciones de palanca de cambios: paro, adelante y atrás. Hasta ahí todo fácil, salvo el hecho de no saber qué hacer con el pié izquierdo. El navegador también a punto: aventura sí, pero no me apetecía perderme y aparecer en Copton o South Central rodeado de negros con recortadas. El caso es que el coche, aunque automático, también tenía una opción de ponerlo en modo manual, y aunque no tuviera embrage, poder entrar las marchas manualmente. Pues sí, amigos, lo habéis adivinado: sin saber cómo, puse el coche en modo manual e hice todo el trayecto en primera, poniéndome por momentos a 90 km/h. Ya decía yo que esa escandalera que armaba el motor no era normal, por más automático que fuera el coche...
En fin, llegué sano y salvo a un cutre hotel que tenía en Sunset Strip, donde digamos que no necesitaba el inglés para nada. Era noche, y para mí, con mis tres horas de diferencia de costa a costa, más de noche. Me había levantado a las 6h y para mí eran las 3AM, así que decidí cenar y dormir. Pero para cenar, no iba a ir a cualquier sitio: me fuí a cenar al mítico Rainbow Bar & Grill. Y allí estaba, en el mismo lugar en el que Axl y sus huestes grabaron la ficticia despedida de soltero para el vídeo de November Rain, o donde los Led Zeppelin la liaban parda. Pues la verdad es que no se come nada mal. Una hamburguesa grasienta mientras escuchaba jitazos de Poison o de Alice Cooper. Una cervecita, y a la cama, que ya no podía con mi alma.
El día siguiente prometía ser intenso. Aunque una vez más no tuve suerte a nivel de conciertos. Ese fin de semana se celebraba el festival de Coachela, que acaparaba todas las miradas, y claro, ningún promotor quiso programar un concierto interesante ese finde. Por un momento me tentó el ir a ver a Paul McCartney al festival, pero los 200$ me frenaron (para el viernes no había a la venta entradas de un día). Otra vez será... y os adelanto que tal como están los acontecimientos, habrá más veces.
El sábado dormí hasta que el sol ya no me dejó alargar el suenyo... jodidos americanos, el concepto "persianas" no existe para ellos! Y mi primer objetivo era Amoeba Records, enorme tienda de discos con un material de segunda mano potentísimo. Y también de vinilos, pero no me quise arriesgar a que mis vinilos sufrieran la "delicadeza" del personal de handling del aeropuerto, así que sólo CD's. Es cuestión de paciencia y de remenar entre cientos de pedazos de mierda en forma de CD para encontrar algunas cosas muy interesantes a precios ridículos: Rolling Stones, REM, Spacehog, Kid Rock... aproveché también para comprar el nuevo disco del gran Chris Isaak, que todavía no había visto en las tiendas espanyolas. Y luego, pues nada, un paseíto por Hollywood Avenue, subir y bajar Sunset Strip, y con eso se me hizo toda la manyana. Hay que recordar que L.A. es muy grande, que cualquier desplazamiento requiere tiempo, y luego está el problema del aparcamiento. En esa ciudad es imposible dejar el coche en la calle. Así que nada, a pagar se ha dicho.
La comida, como no podía ser de otro modo, fue una enorme hamburguesa de la mejor cadena de ese país, Jack In The Box (aaarrrrggghhhhh), regada con Dr. Pepper's, en mi particular homenaje al mundo del Chinese Democracy. No había probado nunca esa bebida, y es extranyamente adictiva, será por lo dulzón. Y con un sol de justicia (debían rondar los 32°) enfilé hacia Venice Beach. Pero eso os lo cuento otro día.
Canciones:
Poison: "Talk Diry To Me"
Depeche Mode: "Wrong"
Pixies: "I Bleed"
6 comentarios:
Fantástico tio, teletranspórtame a tu viaje de fantasía!
Divertidísimo lo del coche.
¡Saludos!
Maldita sea, sólo por ir al Rainbow y por Sunset Strip -aunque esté lleno de beaners y raperos- ya merece la pena tanto viaje Kar!
Sunset Strip, hamburguesas, Dr Peppers, Amoeba Records... LA, ¡algún día te han de pisar mis pieses!
Saludos
Leyendo tus crónicas los recuerdos me asaltan, tío! Hollywood es cutre de cojones, pero te sientes el puto amo caminando por esos escenarios, verdad? Aunque sea por temas laborales, molaría estar en tu piel, tio!
Macho, grande, muy grande ... que rayos, sin palabras el reventon de motor que le pegaste al coche de alquiler. Si no recuerdo mal, tenian 5 posiciones: 1, 2, D, P y N. O sea, que 1 tampoco era la primera Europea, aunque estaba pensada como freno motor para bajadas empinadas. Habria que verte por LA quemando coche ...
Marc, gracias... lo del coche... sin palabras. En mi defensa diré que venía de un vuelo largo y cansado.
Aitor, estar en el Rainbow es una sensación brutal.
Möbius, la ciudad es fea de cojones, pero diablos, hay mitomanía en cada esquina. Me encanta!!!
Sammy, tú lo has dicho... uno pisa esas calles, o entra en el Rainbow y se siente el tipo más cool sobre la tierra.
Karioshi, my friend... eso sería en tu coche... en el mío había P, D, N y luego, como marchas manuales se podía llegar a la 5. Ciertamente, la 1 no era la primera europea (si no, habría quemado completamente el motor). Por cierto, a ver si hablamos, aunque sea vía facebook, y me cuentas tu vida. O unas cervecitas con Miki.
Saludossss
Publicar un comentario