Hace algún tiempo dando una vuelta por FNAC, cosa que hago recurrentemente, me topé con una versión autoenchufable para televisor del mítico juego de Sega Megadrive Street Fighter 2. Menudo torrente de recuerdos que me vino a cabeza en ese momento. Por supuesto, y tras algunas dudas iniciales (que 39 € justificaban), me hice con el videojuego en cuestión, una suerte de miniconsola con el juego "embebed" y un par de mandos, de los míticos de Megadrive, hechos para el juego ex profeso, de 6 teclas.
2 etapas de mi vida me habían asolado de golpe con ese videojuego. 1993. 1996. Doce y diceiseis años respectivamente.
Parece mentira lo frágil que es el recuerdo y lo sencillo que es que algo, aunque sea una nimiedad, nos pueda transportar a la memoria de épocas pretéritas. Y definitivamente parece mentira ese prisma distorsionador nos hace ver épocas pasadas como muy buenas, en ocasiones formando una barrera a base de memoria selectiva a los malos rollos y creando un recuerdo bucólico de un pasado, dando una certeza absurda a la tontería del "cualquier tiempo pasado fue mejor". Distorsionadamente buenos o no, la verdad es que dudo que en esos momentos estuviera mejor que ahora. Pero supongo que es una suerte poderlos recordar desde el lado positivo.
1993: yo hacía 8º de EGB. Por aquel entonces los chavales vivíamos inmersos en el boom de las videoconsolas, que habían comenzado a hacerse populares. Yo, al tener la suerte o desgracia de vivir en una familia de pocos recursos, no podía optar a tener una videconsola de 16 bits (una ridiculez tecnológicamente hablando hoy en día, pero lo más de lo más en esa época). Y además de las videoconsolas caseras, estaban las máquinas de arcade, esas que funcionaban con monedas de 25 (o era de 100?) y que estaban en los salones recreativos, pero también en los bares. Hoy en día es impensable que en un bar se ponga una máquina dirigida a niños/adolescentes, pero entonces todavía estaba permitido, y aunque los bares sacaban sus dividendos, a los parroquianos, y al mismo dueño, le acababa molestando tener a un grupo de 6 o 7 niños en la máquina, gritando y haciendo el idiota (éramos niños) cuando uno o dos jugaban y el resto sólo se podía permitir mirar. La máquina de Street Fighter II era la mejor. El argumento era sencillo, un videojuego en el que elegías personaje y te hostiabas con otro en combates de hasta 3 rounds. Cada uno con sus características, lo cual permitía personalizar: todos teníamos nuestro preferido. Así, si ganabas combate pasabas al siguiente, llegando a una grand finale al décimo combate, contra el malvado Mr. Bison. Ganar a Mr. Bison significaba ganarse el respeto, y era terreno de unos pocos privilegiados, con habilidades y con pasta. Yo tenía 12 años y entonces 500 pesetas era una pequeña fortuna. Total, que no tenía ni habilidades ni pasta, y jamás llegué a ganar más de dos o tres combates, y generalmente iba de mirón, viendo a mis amigos jugar. Ahora lo veo con una perspectiva de escena infantil cruel de darse de bruces con la realidad social, viendo como compañeros de familias algo más favorecidas o de padres más dados a conceder caprichos a sus retoños podían jugar y jugar y yo, en muchas ocasiones, sólo mirar. Entonces, aunque me fustraba un poco la situación, nunca me amargó. Y conseguir unas monedas para jugar al medidodía, después del cole, antes de comer, era lo mejor. Lo que sí recuerdo era el vicio tremendo que llegué a tener con esa máquina. QUERÍA jugar, y no sólo tenía que buscar el dinero, sino que también tenía que buscar el momento sin que mis padres lo supieran, pues no les gustaba (y en alguna ocasión me prohibieron) que jugara y me gastara el poco dinero que tenía en la dichosa maquinita. Pensando en esos momento puedo llegar a entender mínimamente cómo alguien se puede hacer adicto a una tragaperras, véase siempre bajo la perspectiva lejana y de analogía muy personal. Sin embargo esa adicción y el interés por Street Fighter II desapareció súbitamente con mis 13 años, en el tránsito de colegio a instituto, y cuando me interesaron más el buscar el tonteo con las niñas (que requeriría una, o varias entradas aparte), el salir y relacionarme con los amigos, y, en definitiva, actividades más propias del adolescente.
1996: Quizás sí puedo decir que esa era, realmente, una buena época. Hablo del verano de 1996. Yo tenía 16 años, y acababa de acabar 3º de BUP. Estaba en plena efervescencia adolescente, loco por salir y divertirme, y disfrutar de mi nueva e inaugurada adolescencia, tenía amigos, tenía dinero, pues había comenzado a dar clases y hacerme económicamente independiente (por lo que a mis gastos se refiere, claro) de mis padres, y comenzaba un verano. Y ya tenía algo así como un diario, que comencé a escribir ese año y seguí, precursor de este blog. Todavía lo guardo, y prometo un día escanear páginas y colgarlas. Tal vez. Pero sigo. Era mes de junio y me pasaba lo de cada año, mis compañeros estaban todos ocupados con los exámenes de recuperación de junio, y yo, que estaba libre de exámenes desde la primera semana de mes, pues en BUP mi expediente era muy bueno, me preparaba optimista para las vacaciones. Y le pedí a mi amigo D. su vieja Megadrive con varios juegos, aunque mi interés se centró en el Street Fighter II, y así tenía un entretenimiento más para esos días. Sigo siendo amigo de D., hoy en día, lo cuál me parece casi increíble, después de tantos años.
El caso es que volví a viciarme al juego, y me pude sacar la espinita de mis trece años y mis restricciones (dinero, padres, etc...) con el mismo. Insisto en la paradoja en que probablemente entonces también vivía una época de adolescencia subida, de euforias y bajones, de miedos y timidez patológica, de sentirme extraño con la gente y con el mundo. Y probablemente si entonces me hubieran enseñado mi vida actual a los 28, hubiera estado muy contento con mi futuro (bueno, parece Regreso al Futuro, mi yo de los 16 opinando sobre mi yo de los 28). Pero insisto en que me gusta poder pensar en todo lo bueno de esa época, las primeras juergas los viernes por la tarde, en Poblenou o en una discoteca de la calle Aribau a la que solía ir, siempre buscando chicas, nunca encontrando nada (lo veis, como tan bueno no era?), el cine con los amigos por las noches (Casino, Diario de un Rebelde, ...), la eurocopa de fútbol de Inglaterra'96, las playas de la Vila Olímpica, las fiestas de St. Joan en mi barrio, ... En otra época hubiera hablado con nostalgia de entonces, hoy hablo con alegría del recuerdo y con optimismo del presente... Y sí, finalmente vencí a Mr. Bison.
Cito lo que dice un tipo al respecto del videojuego:
"En 1987 Capcom lanzó Street Fighter, algo nuevo para el mundo la gente no estaba preparada para los Beat em Up 1 contra 1... pasaron 4 años hasta que Yoshiki Okamoto el responsable de la aparición de Street Fighter 2 en el mercado nos diese juego terriblemente equilibrado, vistoso y sobretodo, original y llamativo, nada volveria a ser lo mismo en los juegos de lucha.Fue tanta la demanda del publico que Capcom dejó a las demás compañías "por el suelo", la recaudación del Street Fighter II fue algo increíble."
Canciones:
The Rolling Stones: "You don't have to mean it"
Madonna: "Bow"
Hank Williams: "Jambalaya"
6 comentarios:
Que decir... Supongo que en 1993 todos los bares-granjas se pusieron de acuerdo para tener el street fighter 2. Y si, caí en la tentación, y con todo el dinero que pude ir ahorrando me pille la SNES donde tachán!! estaba el street fighter 2.
Que recuerdos, y qué de deberes sin entregar por pasarme las tardes con el puto juego.
Ufff, siempre he sido muy lento con estos juegos de lucha y terminaba KO en cinco segundos... donde esté la saga Baldurs Gate... ahí, ese rol sesudo e interminable de estar jugando meses y meses y no terminabas nunca la historia y encima te sacaban otra expansión de 80 horas... terminarse aquellos juegos de Dungeons & Dragons era más chungo que sacar una oposición.
En los bares de Horta también fue el nº1 indiscutible durante una buena temporada! Al igual que tu, era más mirón que jugador, pues no había pasta. Mortal Kombar vino después, pero no le llegaba ni a la suela de los zapatos. Por cierto, estuve en Alcalá de Henares y en un bar rockero de la ciudad aún lo tienen! Por cierto, como he perdido, ni un ayuken me salía, por lo que las descargas de blanka me dejaron frito enseguida.
Jo, que recuerdos!!
La verdad es que la reflexión que has hecho es cierta. Simpre que recordamos nuestra niñez-adolescencia (más ahora que a todo el mundo le ha dado por el "remenber") se tiende a pensar que todo tiempo pasado fue mejor. Pero en realidad, fueron tiempos difíciles, de muchos cambios para las generaciones nacidas entre el 77-83 aprox. Por ejemplo en el tema tecnologia consolas, walkman, aparición d los Cd's... Yo diría que somos una generación de "ni chicha ni limoná", nos gustaba jugar a las consolas, però tb jugar al pilla-pilla o al bote-bote en la calle. NO somos ni 100% tecnologia como los niños de ahora, pero tampoco lo contraio.
NO se si me explico?
Bueno, creo que me he liado....
Javiruli, el SFII para superNES fue para los ansias, pero al cabo de unos mesecillos salió la versión megadrive, con esos mitiquísimos mandos de 6 botones!!
Aitor, nunca he sido un gran fan de los videojuegos, con contadas excepciones. Pero... ¿juegos informáticos de rol? ¿aventuras gráficas? lo siento, pero definitivamente ese no es mi mundo. Si no hay muñecos que corren, saltan, disparan y rompen cosas, creo que no.
Sammy, pues ahora que lo dices, la semana pasada tuve el honor de compartir unas copichuelas con el 50% de Los Secuestradores de Iones y me llevaron a un bar rockero de Huesca que también tenía una máquina con ese juego. No era la original, y la versión del SFII no era la clásica, pero aún así, lagrimilla.
Lae, por supuesto que te explicas. Nuestra generación aún jugaba en la calle. Pero las siguientes, ya no.
saludos
a mi me siguen gustando estos juegos viejunos. Muchas veces, prefiero poner un emulador, o el remake de Streets of Rage que muchos de los juegos modernos
Publicar un comentario