Está claro que la cosa, en esta isla, no va de grandes visitas culturales, ni de emociones fuertes, ni siquiera de gran actividad, por lo menos no otra que no consista en retozar en la playa y aprovechar las bonitas puestas de sol en Waikiki para dar paseos, entremezclándome con la muchedumbre de pintoresco turismo.
Hoy hay una absurda visita que nos lleva a los pies del Diamond Head, el volcán más famoso de la isla de Oahu, y una pequeña tournée por Honolulu. Comenzaremos por el final diciendo que Honolulu es una ciudad bastante fea, con un interés casi nulo. Hablo, obviamente, de la Honolulu "real", no ese extraño Port Aventura que constituye el sector de Waikiki. A la ladera del Diamond Head está una urbanización más o menos de lujo, exáctamente donde vivía Higgins, el jefazo de Magnum. Pero vamos, que el interés acaba ahí. Nuestro guía es un argentino que se llama, cómo no, Diego. Desde que uno aterriza, por todas partes oye recomendaciones de una especie de parque temático que es el Centro Cultural Polinesio. La visita dura un día entero y cuesta pasta, y la verdad, no estoy convencido. Cuando ya cojo algo de confianza con nuestro guía para esa cutre excursión por Honolulu, Diego, le comento mis reservas ante esa visita al Centro dichoso. Le acabo sonsacando que es "una mierda" (dixit) y que se "avergüenza de llevar a los turistas allí". Ok, se puede decir más alto pero no más claro. Nada de Centro Cultural Polinesio.
Una cosa me llama la atención, y es el orgullo que siente este pueblo, de su extinta monarquía. Resumiendo, un rey de nombre muy cachondo, Kamehameha, fue capaz de unificar a base de invasiones a todos los pueblos del archipiélago, y establecer una dinastía monárquica que se extendió hasta finales del s.XIX. Resulta curioso ver la admiración hacia esa familia real, que durante el s. XIX había adquirido las estructuras y los hábitos de cualquier rancia monarquía europea. Como comenté, la monarquía Hawaiana fue derrocada a finales del s.XIX con la connivencia de los Estados Unidos, y ahora poco queda, más allá de estatuas y algún que otro monumento. Pero insisto, no estoy por la labor de ir poco más allá del relax, playas y paseos.
La temperatura es muy buena, no hace un calor aplastante y por la tarde, cada día, cae lo que doy en llamar "la lluvia de las seis". Efectivamente, todos los días, sobre esa hora caen cuatro gotas, durante unos minutos, lo suficiente como para refrescar un poco el ambiente. Mis horarios cambian totalmente, me levanto antes, como antes, ceno mucho antes y me retiro al hotel a horas en las que en casa ni habría pensado. En mis paseos por Waikiki aprovecho para adaptarme a la costumbre turística local y adquiero abalorios (collarcitos y pulseras) que obviamente uno puede encontrar en cualquier mercadillo jipioso, pero diablos, estoy en Hawaii, y es lo que toca. Aprovecho también para hacerme con una camisa hawaiana. Sospecho que se trata de una prenda que es posible sólo luzca en estas tierras, y llegado a casa, acabe por no ponerme. Cosas de ser un mitómano (y tener un punto hortera, lo reconozco). Por las noches abundan los locales rancios, de hace varias décadas, donde se recluyen los turistas americanos más mayorcetes. Una pequeña banda toca estándares como "Sway" y esta ranciedad, el ambiente asiático y estas melodías antiguas hace que me recuerden a las localizaciones de Saigón de las películas sobre Vietnam de los 70's.
Los moteros más míticos del cine de los 70's
Como me dedico a vaguear, aprovecho para leer la última novela de James Ellroy, "Loco por Donna", y para ver algo de tele americana. Me llevo una pequeña decepción cuando veo al mítico Peter Fonda, coprotagonista de Easy Rider, presentando un anuncio de teletienda en el que se vende una colección de CD's con música de los 70's. El anuncio ahonda en el más triste patetismo (ya sabéis, ese tono que lo mismo sirve para vender cuchillos que un aspirador o que, en este caso, una colección de CD's). Entiendo, claro, que todo el mundo tiene derecho a vivir y a ganarse cuatro perras, aunque sea a base de arrastrar por el barrio la leyenda del motero más mítico (con permiso de Dennis Hopper) del cine. En fin, que una pena.
Canciones:
The Bellrays: "Fire on the moon"
Raging Slab: "Don't Dog Me"
Smashing Pumpkins: "Drown"
3 comentarios:
Cuando te encuentras por la tele vendiendo cosas a uno de los mas grandes actores del mundo del cine, te hace pensar muchas cosas no? Lástima...
Oye... quiero foto tuya con camisa hawaiana!!!! jajajajajjajajajajajaj :P
Besossss
No critiquen la Teletienda!! si por mí fuera, mi despensa estaría a rebosar de cubos de Quick´n Brite. Qué producto tan maravilloso!!! Lo limpiaba todo!
Un saludo!!
noooo, la teletienda es un clásico del género... cómo olvidar los cuchillos Ginsu o la cama hinchable Restform, productos todos ellos imprescindibles en la vida de cualquier humano!! Pero los mitos no se tocan, hombre, y Peter Fonda no debería meterse en esos barrizales.
Belén, la foto con la camisa creo que me la reservo, que aun me queda algo de dignidad ;-)
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