Por petición popular, del amigo Lorenzombie concretamente, la entrada de hoy la dedicaré a un local de Barcelona que adquirió tintes míticos: el Sr. Lobo!!!
Repasemos lo que decía Lorenzombie, oscense de adopción (todos sabemos que su verdadera patria chica es el Averno):
“El Sr. era una fuente de rumores bestial... cuando yo llegué a Barcelona ya estaba cerrado y montones de personas me contaban algo que había pasado en el Sr. Lobo (…) ilumíname y cuéntame que hay de cierto en estas historias y qué no. O añade tú una nueva leyenda urbana sobre el 'garito maldito'.”En la actualidad sigue abierto, en una de sus múltiples reconversiones, tirando de Internet leo que ahora es un local metálico:
Sr. Lobo / Metal Zone.
Lo mejor templo de metal en Barcelona!
Estilos de música: Rock, Heavy Metal, Gotico, Dark, Alternativa, Grunge
Había sido también un local de house (o así lo anunciaban) hará dos o tres años, con el nombrecito de Lokotron (tela). Pero no. La historia del mito se remonta, y perdonen, pues tiro de memoria y no es muy buena, a 1996.
En esa época, la zona de bares de Poblenou de Barcelona se convirtió en un referente de la chavalería. Entonces, recordemos, la era alternativa, el grunge, o cómo carajo se quiera denominar, estaba en pleno apogeo a nivel masivo en este país, aunque estilísticamente estuviera ya de capa caída. En el 96 Nirvana estaban todavía en lo más alto de las ventas con su unplugged y publicaban disco en directo post-mortem, estando todavía fresco
le grand finale de Cobain. Un repaso rápido de discos nos lleva a Beck y su
Odelay, a Sepultura con
Roots, a Marilyn Manson con
Antichrist Superstar, a Metallica y su disco grunchy,
Load, RHCP con
One Hot Minute, a unos REM superestrellas grabando
New Adventures in HIFI, y a un auge del punk melódico de Offspring, Green Day, NOFX o Bad Religion. En lo español, Dover o Ska-P estaban a punto de llegar de un modo masivo y Los Planetas publicaban
Pop. En cine, "Trainspotting" e "Historias Del Kronen" eran devoradas por los adolescentes (como yo) con pasión, y de nuevo había festivales importantes, 96 es el año del mítico Dr. Music Festival de Escalarre, del Benicassim como referencia y del fallido experimento Pop Festival de Badalona. Todo ese caldo de cultivo es importante para conocer por qué se puso tan de moda el Sr. Lobo.
Ya lo ven: un sitio con glamour
En esa época, si eras adolescente, o eras grunge, o eras makinero. Y si eras grunge, tu zona de ocio por excelencia era Poblenou, donde podías hacer botellón tranquilamente en un portal, al ser zona industrial, de talleres y oficinas sin apenas vecinos, y luego ir a bares y discotecas donde se pinchaba ese grunge-noise-hard rock-rock alternativo-punk y lo que fuera, pero lejos de cualquier tipo de sonoridad mákina que entonces también estaba de moda.
El Sr. Lobo se abrió en el 96, en el núcleo de Poblenou donde se situaban locales como L’Ovella Negra, Pepe’s, Burros, Q3, Bóveda, Dixie 127, o A Saco. Y en seguida tuvo algo que nos enganchó, era una discoteca con pista y dos futbolines, pero no cobraban ni entrada, ni consumición mínima obligatoria. Claro, para la chavalería era el sitio perfecto al que acudir por las tardes. He de decir que durante la época de más apogeo del Sr. Lobo yo tenía 16 y 17 años, por lo que casi siempre acudía por las tardes. Ese lugar queda asociado a mis tardes de viernes y sábado, más que a las noches.
Ese reclamo económico no tardaría en hacer efecto y pronto, los que pagábamos 600 o 700 pesetas por discotecas como Bóveda o Dixie 127 preferiríamos ir “al lobo”. Tanto es así que no tardaron en cobrar una triste entrada de 100 pesetas, de la que nadie se quejó. Por 20 miserables duros, podías pasarte hasta las diez y media, si no recuerdo mal, por allí. Cien pesetas era el pasaporte a un sitio cutre a más no poder, parecía ser un taller remodelado, oscuro, con varias columnas y una zona para baile. Dos barras, dos futbolines, dos podios y medidas de seguridad cero. La bebida era verdadera bazofia, aunque eso sí, eran más o menos estrictos con el tema del DNI para poder servirte algo más que cerveza. Todo en vaso de plástico, por supuesto. Y fue tal el éxito del sitio, que pronto esas 100 pesetas pasaron a ser 300, con valor para una consumición (refresco o cerveza).
Muy pronto la popularidad del sitio crecería, y en cuestión de meses, a partir de las seis de la tarde se formaban grandes colas, desde la puerta por toda la calle Almogàvers e incluso torciendo hasta la calle Zamora. La fórmula era sencilla, un precio barato, una cierta sensación de libertinaje y un bonito repertorio musical, con highlights que ahora recuerdo con mucho cariño:
The beautiful people,
Smells like teen spirit (apoteosis),
Come out and play,
Ruby Soho,
Roots,
Killing in the name (quemechupeslapoya),
Lump,
Give it away,
Loosing my religion,
Creep,
Bullet with butterfly wings,
Lust for life (recuerden, Trainspotting, y tal) … Cierto es que también ponían cosas de hard rock urbano español tipo Siniestro Total o Kortatu. Pero si tenías un día de suerte, yo llegué a escuchar por allí
I was made for lovin' you,
Stand (REM) o
Here comes your man.
Pero me temo que el amigo Lorenzombie lo que busca es carnaza, y bien, no se puede decir que el Sr. Lobo no la tuviera. Aunque siento decepcionarle, creo que no era para tanto. De entrada, decir que uno de los puntos fuertes (hablando en términos de marketing) del local era que al parecer era fácil “pillar rollo”. Digo al parecer, porque yo nunca tuve esa suerte. Pero sí conozco amigos que entonces conseguían con cierta facilidad alguna chavalita a la que magrear si se estaba de suerte. Ese era el mito que atraía decenas de adolescentes. Por otra parte, ese sitio era de todo menos seguro. Los seguratas eran lo peor del gremio (y mira que es complicado). Si tenías algo de suerte, evitaban que te pegaran dentro del local, y te cedían un espacio más amplio en la acera de delante, para que las contorsiones en el suelo fuesen más libres. Ellos mismos contribuían a la causa, de vez en cuando, si la tarde estaba poco animada. Por otra parte, las pertenencias no estaban muy seguras allí dentro, y el robo de chaquetas era una actividad más. Cierto es que había un guardarropía, pero para qué? Éramos grunchis, podíamos dejar nuestras raídas chaquetas tejanas o de chándal o sudaderas amontonadas en el suelo. Claro que convenía no perderlas de vista. La verdad es que en general, dentro se respiraba un cierto ambiente de tensión, y sabías que en cualquier momento una pelea podía sucederse. Y los pogos eran espectaculares.
También solían pulular por ahí un grupete de supuestos red skins que de vez en cuando pulían la puntera de sus botas contra algún pobre desgraciado, con el beneplácito de los seguratas, de los que eran coleguillas. Sí, amigos, el lobo tenía un cúmulo de emociones por todos los lados. Con ventilación nula, aire acondicionado que apenas podía recibir tal adjetivo y creo que hubo suerte de que nunca se necesitara una evacuación de emergencia. A la salida se formaban unas acumulaciones importantes (que los seguratas amablemente se ocupaban de disolver), pero la calle Almogàvers tiene 4 carriles, y los coches adquieren una cierta velocidad, por lo que creo que algún susto hubo. Al final incluso se pusieron unas vallas de obra impidiendo el acceso a la calzada, para que veáis que incluso los señores lobo cuidaban a su parroquia para que no muriera bajo las ruedas de un peugeot 406.
Pero claro, Lorenzombie no quiere una leyenda urbana, quiere
LA leyenda. Pues bien, ahí va. O así me lo contaron a mí. La zona de Poblenou no es que fuera gayfriendly, pero sí podías encontrarte alguna joven pareja homo dando rienda suelta a su pasión sin mayor aspaviento por parte de los parroquianos. Al parecer y dentro del local, un individuo se metió con una pareja gay, y en represalia, estos pillaron al pobre infeliz en los lavabos (pequeñísimos) y practicaron el medioevo con su recto y una botella de coca-cola. ¿Verdad? ¿Mentira? Poco importa, fue el rumor más extendido de la historia del local. A decir verdad, creo que las tintas se cargaron, y tal vez simplemente le dieron unas cuantas yoyas. Lo de la botella no se sostiene, porque en ese lugar no había botellines, ni de coca-cola, ni de cerveza, todo era expendedor de sifón. Pero lo cierto es que un buen día, cuando esos rumores cobraban cuerpo, cambiaron la puerta del lavabo masculino por unas puertas de esas de saloon de western. ¿Casualidad? Nunca lo sabremos.
La popularidad del Sr. Lobo duró un poco de tiempo más, pero todos nos sabemos la historia. La era alternativa, como moda masiva en este país, se desvaneció poquito antes que la década de los 90’s. Y en el nuevo milenio yo volví en alguna ocasión aislada, por la noche, al lugar, y resultaba una sombra de lo que fue, media entrada y algo desangelado. A partir de ahí vinieron la desaparición y las reconversiones estilísticas, pero había nacido el mito.
Canciones:
Blur: "The Universal"
The Sounds: "Seven days a week"
Richard Cheese: "Rock the Kashbah"