Que hoy en día Carlos Santana sea un tipo muy poco respetable puede generar la falsa idea de que los tres discos de Santana (la banda) sean poco menos que mágicos. Sí, hoy en día, aunque parezca difícil de creer, Carlos Santana es pasto de la peor de las radiofórmulas, y se puede equiparar a los The Coors. O lo que es peor, a Maná. Lo cuál no deja de ser extraño. Primero, por el innegable talento que siempre tuvo como guitarrista. Y segundo, porque aunque sus ventas de discos habían caído en picado, y la calidad de sus trabajos desde los 80’s deja mucho que desear, nunca dejó de desarrollar un estilo más o menos propio, y de girar, haciendo de sus conciertos unas experiencias entre psicodélicas y sólo para iniciados. De manera que lo mejor será pensar que Carlos Santana murió en 1999, y centrarnos en sus inicios.
Nacido en Mexico, Carlos Santana era un guitarrista que practicaba una extraña mezcolanza entre el rock californiano de los 60’s, las jam bands, el be bop y el jazz afrocubano, todo ello combinado con una espiritualidad muy peculiar que contenía cristianismo, chamanismo y meditación trascendental. A finales de los 60’s fundó Santana (la banda) y grabó su primer disco, de título homónimo, en 1969. El gran momento de gloria le llegó ese mismo año con su actuación en el festival de Woodstock. Carlos Santana declaró que iba tan colocado que tuvo una alucinación y veía todo el público como si de hojas de marihuana se trataran. Fue en 1970 cuando tuvo su máxima popularidad con otro gran segundo disco, Abraxas. En este segundo disco habían tres de los temas con los que se conoce a Santana por todo el mundo, su versión del clásico de Peter Grant “Black Magic Woman”, su versión de Tito Puente “Oye cómo va” y esa balada instrumental “Samba pa ti”. Pero es de Santana 3, su tercer trabajo, y a la postre, el que cierra una estupenda trilogía, de lo que quiero hablar.
Santana 3 fue el primer disco que escuché de la banda. Me lo grabó en una cinta de cassette McMurphy, un tipo que participaba en el Foro de Riff-Fanzine hace unos 6 años. McMurphy era un erudito en música siempre y cuando estuviera grabada con anterioridad a 1979, y se deshacía en elogios hacia este disco. Diantre, hablo de un hecho de hace sólo 6 años y me parece que es casi la prehistoria. El detalle de la cinta de cassette es definitivo, lo sé. Entonces ya rondaban grabadoras de CD en casi todos los PC’s, pero eso no era para McMurphy. Un saludo, esté donde esté.
Porque literalmente, ese disco me flipó. Tiene una estructura muy jazzística, y como era Santana entonces, más de la mitad del disco es instrumental. En sus canciones resuena rock, soul, jazz y aires latinos por todas partes. La banda la formaban Carlos Santana a la guitarra, un segundo guitarra, Neal Schon, quien tras este disco abandonaría la banda para formar parte de Journey (¿?!!), junto con Gregg Rolie, que se ocupaba de los teclados. David Brown tocaba el bajo, Michael Shrieve la batería y lo curioso es que la banda contaba con dos percusionistas: Michael P. R. Carabello y José “Chepito” Areas. Éste último era un percusionista nicaragüense y su contribución al sonido del grupo fue definitiva. Lo que se dice, una máquina.
El disco se vendió muy bien, Santana estaban entonces en la cresta de la ola (era 1971), y el disco tuvo incluso dos singles que vistos desde la perspectiva y el concepto de “single” que se tiene en 2008, puede sorprender: la soulera “Everybody’s Everything” y la jazzísitica latina “No one to depend on”. En este disco las influencias del jazz afrocubano, jazz latino, la rumba (me refiero al estilo cubano, no a la rumba catalana) son muy latentes, y una vez más, cae una versión de Tito Puente, la potente “Para los Rumberos”. Ok, puedo entender que estos últimos comentarios puedan causar cierto rechazo para todos aquellos a los que las sonoridades de América del Sur les provoquen urticaria. Y lo puedo entender porque si hace 10 años me dice alguien que me desharía en elogios hacia un disco como este, no me lo creería. Así que para escuchar sin prejuicios, no lo olvidemos, a pesar de todo, se trata de una banda de rock.
A partir de esa época, la banda original se desharía y la carrera de Carlos Santana iría de más a menos a lo largo de la década de los 70’s y encarando unos 80’s que costaron mucho. De los 90’s, casi mejor no hablo. Oigo muy pocos comentarios acerca de un disco como este, de manera que me parece algo así como un gran desconocido, de manera que no puedo dejar de recomendar su adquisición. Por si fuera poco, Sony reeditó los trabajos clásicos de Santana en CD y hoy en día se pueden encontrar por unos seis eurines fácilmente. Así que haceros un favor y gastad los cuartos en un disco que vale la pena.
Canciones:
R.E.M. : “Beguin The Beguin”
Creedence Clearwater Revival: “I’ve heard it through the gravepine”
Ratt: “Wanted Man”