domingo, 25 de noviembre de 2007

USA Kar Tour 2007. Día 12: Los aviones

Ya no sé cuándo comienza mi doceavo día o cuándo acabó el onceavo. Mi ruta de vuelo es matadora. Honolulu-L.A., media horita de intercambio, L.A.-Nueva York, hora y media de intercambio, Nueva York-Barcelona. Horas efectivas, 20, contando las escalas, que afortunadamente son bastante cortas. Pero es que cuando salgo de aquí, es lunes 8 a las 22h y llego a Barcelona el miércoles 10 a las 7’35. ¿Qué han hecho con mi tiempo? ¿A dónde van las horas que no he usado? ¿Qué extraño arcano se las llevó?

El primer vuelo no va mal. Me dedico a leer casi todo el trayecto, “Loco por Donna”, de James Ellroy. Todo lo que he leído de Ellroy me ha gustado bastante. Éste es, sin embargo, un Ellroy algo diferente. De entrada choca ver una de sus novelas ambientada en épocas presentes (excepto la primera parte, que transcurre a principios de los 80’s). Por otra parte, por primera vez el protagonismo recae en la historia de amor. A media novela, me entra sueño y aprovecho para dormir. El avión parece ser que irá rápido, ya que de Hawaii al continente suelen haber corrientes de aire que van a favor. Le dan un nombre cachondo, el pineapple express. La llegada a L.A. me pilla dormido, sólo tenemos 30 minutos para localizar la nueva puerta de embarque y hay un pequeño momento de pánico. Todo se queda en un susto, sin embargo, subido en el nuevo avión, me doy cuenta de que ha habido una baja: con las prisas me he dejado el libro en el primer avión. Una putada, ya que estaba en el momento cúspide. En fin, no será por lecturas que me he llevado. Me quedan pendientes un libro de Makinavaja que encontré en un Carrefour al ridículo precio de un euro, y “Tòquio Blues (Norwegian Wood)” de Haruki Murakami. Doy buena cuenta del primero, y comienzo con ganas el segundo, un libro del que he oído hablar muy bien. No entiendo la estupidez del cambio de título, y me recuerda a esa costumbre que tenían los distribuidores de cine españoles de poner títulos totalmente diferentes a la traducción del original. Lo cuál no es siempre negativo, siempre me parecieron mejores títulos como “Con faldas y a lo loco” o “Con la muerte en los talones” que “Some like it hot” o “North by Northwest”. Desde el primer vuelo tengo un extraño dolor en la pierna derecha. Es una especie de tirón, y en un principio, me viene un ataque de hopocondría y lo achaco al síndrome de la clase turista. Luego me doy cuenta que es un estúpido resultado de haberme quedado dormido en una postura complicada.

Demasiadas horas en un lugar como éste

Hasta la llegada a NYC, la cosa va más o menos bien. Es una sensación extraña saber que Manhattan está a una hora de tren y no puedes ir para allá. En fin, queda pendiente. El último vuelo se me antoja muy pesado. Llevo bastantes horas y no veo el momento de llegar. Subimos al avión y me reencuentro con Toru Watanabe y la pánfila de Naoko… o eso me parecía entonces. Estaba en un momento de la novela en la que el desenlace quedaba muy, muy lejano. Algo pasa, no obstante. El avión parece que tarda en salir. Resulta que hay no se qué problema en la pista. Apesadumbrado, me doy cuenta de que ningún avión despega. Pasa media hora. Una hora. Ya me quiero morir. En ese momento el piloto anuncia un retraso de otra hora más, las azafatas sirven bebidas, yo estoy encajonado en ese asiento y estoy por pedirle a la azafata un gin-tonic con cianuro. Al final resultan ser tres horas (tres!!!!) las que me secuestran en ese avión. De poco sirven las palabras, las metáforas o la ironía. Lo paso realmente mal en ese rato.

El vuelo final se completa sin mayor incidencia, yo casi me termino el libro y estoy a punto de bajar a la pista de la terminal de El Prat y besar la tierra cual pontífice. Atrás quedaron San Francisco y las tragaperras de Las Vegas, y los clubes de L.A., y Hollywood y las playas de Hawaii. Estoy en casa, aunque no sé bien dónde estoy.

Canciones:

Sisa: “Qualsevol nit pot sortir el sol”
Los Planetas: “Segundo Premio”
Johnny Winter: “Good Morning Little Schoolgirl”

6 comentarios:

Belén dijo...

Madre mia, menos mal que llevabas un buen libro para aguantar semejante viaje!!!!

Un beso!

Anónimo dijo...

Realmente los viajes de retoeno ya son de por sí un agobio, si encima hay retrasos no me extraña que el cerebro empiece a elucubrar curiosas teorías, gracias a Dios si uno tiene una buena compañia o un libro, si no la cosa sería un auténtico vía crucis. Por cierto ¿qué tal Héroes del Silencio? a nosotros nos alucinaron.

kar dijo...

HDS... ¿te acuerdas que hubieron entre 10000 y 12000 personas que no pudieron entrar o entraron cuando quedaban 20 minutos de concierto? pues yo soy una de ellas... de modo que por favor, que nadie hurgue en la herida...

Anónimo dijo...

Me leí Tokyo Blues este verano, y la verdad es que esperaba bastante más. Quizá es porque en el taller una vez usaron este libro para una cata de libros (una especie de juego en que te dan pistas sobre un libro y tienes que acertar el título).
El caso es, que sobre este libro dijeron cosas como que era una historia de amor inigualable, o que producía irrefrenables ganas de hacer el amor. El caso es, que a mi no me pareció ni lo uno ni lo otro. Y no es que el libro esté mal, pero vamos, habiendo leido otros del mismo autor tampoco es como para tirar cohetes. De todos modos está en la lista de los "1001 y un libros que hay que leer antes de morir" así que mi opinión no parece muy extendida.

kar dijo...

a mí me gustó mucho... aunque para serte sincero, a veces me parecía que los personajes se merecían un par de hostias, a ver si espabilaban... pero vamos, que en la lista de "libros típicamente vanagloriados", que habitualmente es fuente de decepciones, éste en cuestión no me decepcionó

ROSA dijo...

Benvingut a casa!!