domingo, 19 de agosto de 2007

Crónicas Romanas (1)

Vacaciones en Roma. El gobierno italiano debería homenajear a William Wyler por haber proporcionado un elemento de publicidad turística mucho más importante y efectivo que cualquier otra campaña publicitaria. A él, y a la Dolce Vita de Federico Fellini. Y a Roma que me fui, esta semana, a pasar unos cuatro días. Yo, como miles de españoles, que habían invadido las calles de una ciudad eterna donde el castellano y el catalán se podían oír por doquier. Qué ciudad. Terenci Moix dijo de ella que era una “gigantesca coctelera de los tiempos”. Gran definición. Y es que Roma respira historia por sus esquinas y sus calles. No es ningún comentario nuevo, y sin embargo, para mi gusto es el gran aliciente de la ciudad, lo que la hace verdaderamente mágica. Para mí, Roma es Quo Vadis, y es la Roma de las novelas de Morris West, y la de los Borgia y los cuadros de Rafael.

Mi centro de operaciones era el Hotel Robinson. Punto a favor: está al lado de la estación de Termini, y por lo tanto, se puede ir a pie hacia todos los puntos básicos de la ciudad, la Roma Imperial, las piazzas, el Trastevere, e incluso, haciendo un exceso, el Vaticano. Yo cuando visito una ciudad, suelo alojarme en hoteles de medio pelo con la condición de que sean baratos y que estén en un punto céntrico y accesible. Desde este punto de vista, el Hotel Robinson cumple estas condiciones. Por lo demás, estar al lado de una estación ya se sabe lo que implica, un enjambre de gente que habita las calles de esa zona, ya sean borrachuzos, manguis a la búsqueda del turista despistado y vagabundos. Como digo, no soy muy tiquis-miquis con los hoteles, y pase que la habitación fuese minúscula, que el lavamanos y el espejo estuvieran en la misma habitación, incluso pase que ducha y wáter compartieran un mismo espacio minúsculo. Pero lo de esa cama tenía que ser delito por fuerza. Incómoda podía ser el mejor de los calificativos.

Hotel Robinson: un ejemplo de optimizar espacio

El tópico dice que el italiano es un tipo campechano y amable, y que un turista de la Celtiberia se siente como en casa, Y no anda muy desencaminado. Chapurrear algo de italiano para moverse por cafeterías y tiendas es muy fácil, y a diferencia de nuestros amigos gavachos, el italiano de detrás del mostrador suele poner las cosas fáciles. En el fondo, sólo hay que poner las manos juntando las yemas de los dedos cuando hablas. El tópico pinta también al italiano como un tipo elegante, guaperas y algo chulo, algo así como Paolo Maldini, y a las italianas como mujeres guapísimas de las que en las revistas antiguas decían “de rompe y rasga”. El tópico masculino es bastante estúpido, la verdad. En cuanto al femenino, obviamente, hay mujeres guapas y feas, lo que sí es cierto es la tendencia que tienen las romanas a ir siempre muy arregladas, maquilladas, con tacones, y tal, cosa que también ocurre en algunos puntos del sur de España, pero que sin embargo no ocurre en Barcelona, por ejemplo.

Mi primera gran ilusión era ver la Roma Imperial. Y aunque lo hemos visto siempre, todos, en el cine, en la tele, en fotos, el Coliseo visto en vivo impresiona. Todo el paseo por la zona de los foros y el Coliseo produce una impresión especial. De hecho, en toda la ciudad pueden verse restos de la época clásica. Uno va paseando por la calle, en busca de una terraza donde tomar una cervecita fresca y al doblar la esquina se puede topar con los restos de un templo, con un mosaico o con un trozo de estatua. Supongo que el gran problema del ayuntamiento romano debe ser discriminar qué ruinas vale la pena conservar y qué ruinas son necesarias trasladar para poder permitir el crecimiento de las infraestructuras de la ciudad. Por cierto que una gran decepción fue ver lo sucia que está la ciudad. Me molestó especialmente ver cómo una zona tan impresionante como la del Palatino está llena de mierda, de botellas vacías, de papeles, incluso tirados en los caminos entre las ruinas. Supongo que es la consecuencia de albergar cientos de miles de turistas, extranjeros e italianos, pero aun así, es una pena.

La boca della verità

Aunque Roma seguro que vale la pena en cualquier época del año, debo avisar, oh queridos lectores, que en pleno agosto, es algo así como un ejercicio de masoquismo saunístico. No en vano los italianos llaman a su mes del emperador Augusto César ferragosto. Aunque sí que es cierto que por cada esquina hay una furgoneta/puesto de venta de bebidas, snacks, pizza al taglio e incluso fruta fresca, lo cual me pareció muy bien.

(Continuará)

Canciones:

The Police: "Demolition Man"
Billy Bragg: "A New England"
The Beach Boys: "California Dreamin'"

10 comentarios:

Belén dijo...

Yo no he estado nunca en Roma, pero es una de mis asignaturas pendientes, roma y venecia, son mis favoritas... Tiempo al Tiempo :)

Besossss

Anónimo dijo...

Amigo Kar, yo recuerdo mi estancia en Roma, en el hotel puerquin, en la estacion de metro Cornelia, penultima parada de la linea A, porque quise evitar Termini por el ambienta rancio yonkil que lo acompañaba. La imagen del hotel rancio me ha hecho recordar aquella estancia

Anónimo dijo...

Hombre pues Nurhill ha estado esta semana cinco días en Roma, Ya es casualidad ja ja. Por cierto dice lo mismo que tú, que está muy sucia con papeleras rebosantes debido a los miles de turistas y unas colas en el Vaticano imposibles. Un saludo.

Anónimo dijo...

Tengo ganas de visitar Roma, todo el mundo habla maravillas... pero no en agosto.

¿Por qué me caen mal los italianos? ¿Será por lo babosos que son con las tías cuando vienen aquí?

Lae dijo...

Yo tb recuerdo que el hotel era bastante ranciete cuando fui a Roma (hace 1000 años ya..)

Por cierto la "boca della verità" es igual que una màquina que había en la estación de metro de PL. España en Bcn donde metías la mano en la ranura de la boca y te adivinaba el futuro!!

Jim Garry dijo...

Qué envidia! Disfruta de la ciudad, a mi me gusto mucho. En muchas ocasiones es un auténtico caos pero eso forma parte de su encanto. Y si, el coliseo en vivo, impresiona y mucho.

Saludos.

kar dijo...

Conclusión: Roma, aunque caótica y algo puerca, es chu-chu-chuuuli.

Lae, así está de desgastada la boca della verita... antes lo que se tenía que hacer era meter la mano en la boca... ahora, casi ni hay cara, ni hay boca ni ná de ná.

Manurhill, de las colas imposibles del vaticano, haré referencia en la siguiente entrada.

wen- dijo...

Yo si pudiera ir a una ciudad de Italia iría a Florencia y sino a Venecia.
Me he quedado pasmada de lo mal que está la boca de la verdad... pero qué verguenza!!
Que suertudo :)

ROSA dijo...

Y no te acercaste al Vaticano... La única vez que fui a Roma, fui tb al Vaticano.
Dsde entonces tengo una asignatura pendiente: Declararme apóstata.

Vaticano = Vergüenza de la empresa más bien montada de la humanidad.

kar dijo...

Wen, di que sí, Florencia es una maravilla. Sin embargo, Venecia siempre me ha parecido sobrevalorada, una ciudad para pasar un par de días, y nada más.

Rosa, como podrás comprobar en la siguiente entrada, sí que fuí al vaticano... ir a roma y no ver el vaticano es como ir a un concierto de kiss y largarte antes de que toquen rock n' roll all nite!

saludos a tod@s